1. Disposición inicial
Cierra los ojos y di: “Señor aquí estoy”. Respira hondo y toma conciencia del latir de tu corazón encendido en el amor de Dios. Después de un momento di: “Señor, ¡aquí estás!”. Y abraza en tu interior a Jesús. Recítale con amor este poema de Teresa de Jesús.
Vivo sin vivir en mí
Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí, después que muero de amor; porque vivo en el Señor, que me quiso para sí: cuando el corazón le di puso en él este letrero, que muero porque no muero.
Esta divina prisión, del amor en que yo vivo, ha hecho a Dios mi cautivo, y libre mi corazón; y causa en mí tal pasión ver a Dios mi prisionero, que muero porque no muero.
Vida ¿qué puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,
si no es perderte a ti,
mara merecer ganarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.
2. Medita con fe y esperanza
Estamos en la mitad (si es que le puede haber) del camino espiritual. Estás a punto de renacer. Aquí es donde muere la vida anterior y brota la vida nueva. Teresa de Jesús usa la imagen de la mariposa. En este momento Dios te quiere envolver en la crisálida de su amor, para convertirte en una mariposa… pero para eso la pequeña larva debe morir.
La oración que empiezas a vivir en esta Morada se llama oración de unión. Dios te ha metido dentro de sí. Y tu corazón desea alabarle: ¡hazlo con todas tus fuerzas! Deja que su amor te llene y te venza. Al final de esto se trata la unión: ser de Dios.
Ante todo, procura vivir en la voluntad de Dios. Se puede llegar a esta Morada por dos caminos: el místico, cuando Dios te mete en su corazón; el camino del esfuerzo, cuando nos rendimos a la voluntad de Dios. Según Teresa de Jesús este segundo camino tiene más mérito y está abierto para todos. La unión por la que debemos luchar es esta: hacer que nuestra voluntad sea la de Dios. Lucha con todas tus fuerzas para alcanzarla.
Dios te dará la gracia, Él desea que estés a su lado. Él te ayudará. No descuides nunca la búsqueda de su voluntad en tu vida. Debes querer todo y sólo lo que Él quiere, eso te llevará a la meta.
3. Reflexiona con el corazón
¿Cómo anda tu unión con Dios? ¿Cómo va tu camino orante, has sido perseverante?
En tu vida personal, familiar y laboral, ¿verdaderamente tratas de hacer aquello que más se conforma con la voluntad de Dios?
¿Cómo anda tu amor al prójimo? ¿Has logrado sanar las heridas de tu corazón y perdonar a quien te ha hecho daño?
4. Actúa con Amor
La clave de discernimiento siempre será el amor al prójimo. En este momento ya deberías ser un reflejo del amor de Dios para los demás. El servicio es la mejor forma de manifestar el amor. Si aún no perteneces a algún apostolado o no prestas ningún servicio dentro de la Iglesia o tu comunidad es el momento de que te pongas manos a la obra. Busca poner tus dones al servicio.
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