Todos los primeros de mes a mi abuela le cambiaban sus prioridades. La rutina del hogar se le adelantaba y una hora antes del mediodía se ponía de camino para la iglesia. Tiempo después ya cuando las fuerzas se vinieron abajo y ya no le era posible desplazarse a la iglesia, seguía adelantando sus oficios en el hogar y al medio día nos silenciaba, pues ella se encerraba en su habitación. Durante muchos meses fue un misterio para mí lo que ella realizaba en la soledad. Una vez me atreví a abrir la puerta y la encontré de rodillas, con un papel entre sus manos, una vela encendida en el suelo, mientras unas lágrimas corrían en su rostro.
Dios es todo amor y sólo amor, amor purísimo, infinito y eterno. No vive en una espléndida soledad, sino que más bien es fuente inagotable de vida que se entrega.
En ese momento desconocía que los primeros de cada mes, tradicionalmente la Iglesia celebra a la “Divina Providencia” como una forma de dar gracias a Dios por las bendiciones en el hogar.
Este día nos encontramos en la Solemnidad de la Santísima trinidad. Cuando pregunté a la abuela el origen de su devoción me contó que en su pueblo era la figura “del viejito, del señor y de la palomita” quien presidía el altar. Me contó también que su mamá le enseñó que ellos eran las tres divinas personas y que juntas eran Dios y que eran una misma sustancia, pero a la vez tres y que en esa división nosotros podíamos comprender y acercarnos mejor a Dios. También me contó la costumbre de ir todos los primeros del mes a agradecer a Dios por todas las bendiciones que recibían y a encomendar todas las necesidades que tenían.
El Papa Francisco el año pasado en esta solemnidad decía «En esta fiesta en la que celebramos a Dios: el misterio de un único Dios y este Dios es el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Tres personas, pero Dios es uno! El Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu es Dios. Pero no son tres dioses: es un solo Dios en tres Personas. Es un misterio que nos ha revelado Jesucristo: "la Santa Trinidad".
Hoy nos detenemos a celebrar este misterio, porque las Personas no son adjetivaciones de Dios, no son Personas reales, ni distintas; no son -como decía aquel filósofo- “emanaciones de Dios”: ¡no, no! son Personas. Está el Padre, al que rezo con el Padre Nuestro; está el Hijo que me ha dado la redención, la justificación; está el Espíritu Santo que habita en nosotros y habita en la Iglesia» (Ángelus en la solemnidad de la Santísima Trinidad, 30 de mayo de 2021). Nada lejos de aquella catequesis que recibió de pequeña mi abuela.
En esta fiesta en la que celebramos a Dios: el misterio de un único Dios y este Dios es el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Tres personas, pero Dios es uno! El Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu es Dios.
“Yo no entiendo esto”, me dijo mi abuela haciendo referencia a lo poco que ella había estudiado y leído, como queriendo no recibir preguntas que no pudiera contestar, pero creo que nadie es capaz de entender este gran misterio si no es por una gracia particular como le sucedió a Teresa de Jesús y que ella misma nos cuenta en el libro de la vida, «estando una vez rezando el salmo de Quicumque vult, se me dio a entender la manera cómo era un solo Dios y tres Personas tan claro, que yo me espanté y consolé mucho. Hízome grandísimo provecho para conocer más la grandeza de Dios y sus maravillas, y para cuando pienso o se trata de la Santísima Trinidad, parece entiendo cómo puede ser, y esme mucho contento» (V 39.25). A quienes no se nos ha dado esta gracia particular nos queda vivir este misterio por la fe.
Las palabras del Papa Benedicto XVI nos pueden ayudar a ser parte de este misterio no solo por la fe, sino también por el amor. «Hoy contemplamos la Santísima Trinidad tal como nos la dio a conocer Jesús. Él nos reveló que Dios es amor "no en la unidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia" (Prefacio): es Creador y Padre misericordioso; es Hijo unigénito, eterna Sabiduría encarnada, muerto y resucitado por nosotros; y, por último, es Espíritu Santo, que lo mueve todo, el cosmos y la historia, hacia la plena recapitulación final. Tres Personas que son un solo Dios, porque el Padre es amor, el Hijo es amor y el Espíritu es amor. Dios es todo amor y sólo amor, amor purísimo, infinito y eterno. No vive en una espléndida soledad, sino que más bien es fuente inagotable de vida que se entrega y comunica incesantemente…. La prueba más fuerte de que hemos sido creados a imagen de la Trinidad es esta: sólo el amor nos hace felices, porque vivimos en relación, y vivimos para amar y ser amados. Utilizando una analogía sugerida por la biología, diríamos que el ser humano lleva en su "genoma" la huella profunda de la Trinidad, de Dios-Amor» (Ángelus, Solemnidad de la Santísima Trinidad, 7 de junio de 2009)
Ahora a la distancia, logro comprender lo que a mi abuela la movía para ir todos los primeros de mes a la iglesia y después estar a solas en su habitación, el amor que ella nos tiene, que le tiene a Dios y que entendía que no hay otro lugar mejor que estar con Él.
El papelito que tenia en sus manos cuando le interrumpí era la oración a la Divida providencia.
Arrodillado a Tus plantas
a Ti caridad portento.
Te pido para los míos:
casa, vestido y sustento.
Concédeles salud y
llévalos por el buen camino
y que sea siempre la virtud
la que los guíe en su destino.
Tú eres toda mi esperanza.
Tú eres el consuelo mío,
en Ti creo, en Ti espero y en Ti confío.
Que Tu Divina Providencia se extienda en cada momento,
para que nunca nos falte:
casa, vestido y sustento,
ni los Santos Sacramentos en el último momento.
Amén.
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