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Foto del escritorMaría Gloria

Teresa, en la edad de la adolescencia

Actualizado: 7 ago

"Comencé a traer galas y a desear contentar en parecer bien, con mucho cuidado de manos y cabello y olores y todas las vanidades que en esto podía tener, que eran hartas, por ser muy curiosa". (V. 2,2)



Obra de Juan García de Miranda - 1737 - La educación de Santa Teresa


Era el comienzo de su adolescencia.

Instigada por su prima Inés, que frecuentaba la casa paterna, Teresa sintió atracción por estos ramalazos de la moda, las joyas y todos esos artificios de la vanidad femenina. Ella se sabía hermosa, se lo decían de pequeña y no le daba importancia. Pero a los quince años un nuevo escenario en su existencia, que le hace soñar como a toda chica adolescente, le cambia el panorama de su vida. Ella lo dice en el libro de la Vida; las gracias de naturaleza que el Señor le había regalado eran muchas, y se valió de ellas para ofenderle.

¿Qué había pasado en su entorno familiar en esa etapa tan importante?


Muere su madre


Teresa tenía casi catorce años cuando murió su madre. El comentario en las Obras Completas (15º Edición de Editorial Monte Carmelo) pone que a finales de 1528 o principios de 1529, aunque ella en el libro de la Vida dice que, "cuando murió mi madre quedé yo de edad de doce años, poco menos". (V. 1, 7)


¿Cómo era la relación entre madre e hija?

Doña Beatriz y Teresa establecieron una curiosa complicidad, a expensas del padre, esto ocurrió por esa afición a las lecturas de novelas de caballería. Su padre nunca estuvo de acuerdo con estas lecturas, le parecían una pérdida de tiempo. Pero madre e hija se entretenían y disfrutaban leyendo aventuras románticas de los caballeros andantes de la época. En el último embarazo de Doña Beatriz, Teresa, siempre con ella, consumían juntas muchas horas, "acompañando las apasionantes aventuras de Amadís, el galope de Esplandián, los amores del Doncel del Mar con la princesa Oriana, bellísima hija del Rey Lisuarte". (José María Javierre)

Las fatigas de la madre, joven mujer de treinta y tres años, en los últimos meses de su embarazo, encontraban un alivio en esos libros, que cuando llegaba el padre a casa, debían desaparecer, para evitar esas contrariedades provocadas muchas veces en los matrimonios por la diferencia de edad entre ambos conyuges. Entre Alonso y Beatriz son quince años de diferencia, y como dice José María Javierre, en Ávila don Alonso tenía fama de hombre austero y cumplidor.

Teresa, desplegó su imaginación a raiz de estas lecturas con su madre, y como antaño, conquistó a su hermano Rodrigo, para escribir juntos una novela de caballería.

Dedicaron las horas de juego a escribir un libro de caballería con sus aventuras y ficciones, cuánto pagaría yo por hallar este manuscrito, perdido, en el cual Teresa dejó su fantasía adolescente, plasmada en un relato de arrojo varonil y galanterías románticas. Tiene gracia que la primera obra de nuestra escritora mística haya sido una novela juvenil. (José María Javierre)

Del buen ejemplo de sus padres, "no tome tanto", dice Teresa, "lo malo, me dañó mucho". Este pasatiempo de leer libros de caballerías, le llevó a la costumbre y deseos de pasar muchas horas, de día y de noche, "me comenzó a enfriar los deseos y comenzar faltar en lo demás; y parecíame no era malo"... "Era tan en extremo lo que en esto me embebía que, si no tenía libro nuevo, no me parecía tenía contento". (V. 2,1)




Necesitaba impregnarse de estas historias, para escribir la suya propia junto a Rodrigo. Nada dice Teresa en sus escritos de su novela. De ello testifican el Padre Francisco de Rivera, y el Padre Gracián en nota a ese pasaje de Rivera, dice que la misma Teresa le contó a él. (Obras Completas15º Edición-Monte Carmelo)


Nuestras santas carmelitas descalzas, desde nuestra santa Madre Teresa , todas han hecho realidad en su vida el exceso de un amor, de fuertes ardores y para altos vuelos. Teresa a los catorce años posee ese impulso adolescente hacia nuevas experiencias. Todos sus conocimientos adquiridos hasta entonces, se desbordan en esa nueva afición literaria junto a Rodrigo. Pero una desgracia que ella no esperaba, llega a trastocar esos afanes juveniles, provocando un dolor intenso.

A raíz del último parto, doña Beatriz quedó muy débil. Nació Juana y el 24 de noviembre de 1528 la madre escribió y firmó su testamento, y pidió ser enterrada en la Parroquia de San Juan en Ávila. Murió al comienzo del invierno, diciembre o enero.

Treinta y tres años de vida, de los cuales solo diecinueve estuvo casada con don Alonso, madre de diez hijos, más los dos del primer matrimonio de su marido.

Fue el primer dolor profundo que vivió Teresa, María, la hermana mayor sería su consuelo en esos días, transformándose en su segunda madre.

Gotarrendura se vistió de luto, la carreta en que trasladaron el cuerpo de doña Beatriz a Ávila iba cubierta con faldones negros, los habitantes del lugar salieron a despedir a su señora.

De pueblos vecinos, Peñalva, Cardeñosa, Narrillos, vienen aldeanos con la gorra en la mano a saludar la difunta, a la paz de Dios señora. Don Alonso sigue la carreta, en su caballo. Y los hijos en mulas. (José María javierre)

Las temporadas de Gotarrendura en invierno y verano crearon una relación muy cercana entre la familia de Teresa y los labriegos. Y en esa ocasión todos "acudieron a rodear cariñosamente la casa. Rezan, algunos lloran. Tan joven, tan guapa, rica..."


Teresa, en la edad más dificil del comienzo de la vida se queda sin madre.

Como yo comencé a entender lo que había perdido, afligida fuime a una imagen de nuestra Señora y supliquéla fuese mi madre, con muchas lágrimas. Paréceme que aunque se hizo con simpleza, que me ha valido; porque conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a ella y, en fin, me ha tornado a sí. (V. 1,7)


Doña Beatriz antes de morir intentó alejar de su hija la compañía de los primos, tenía todavía en su memoria, esa imágen tan reciente de una niña encantadora, jugando a crear conventos, y rezando sus devociones junto a otras pequeñas que le seguían. Era necesario volver, recuperar ese antiguo escenario, sin dejar de ser la chica encantadora que atraía a todos, como un imán, por su belleza y simpatía.

Fue María, su hermana mayor, quitando tiempo a la preparación de su boda, la encargada de vigilar todos los pasos, de quien ya era doña Teresa de Ahumada, en su rango de joven distinguida de España. No fue fácil esa etapa, para una chica adolescente que se queda huérfana de madre, y un padre que pasa mucho tiempo lejos de casa por su trabajo.


Nuestro natural antes a lo peor que a lo mejor. (V. 2, 3)


El temor de su madre, ya ausente, se transformó en un riesgo. La severidad de su padre no hizo posible cerrar la puerta a los hijos de su hermana Elvira. Los chicos eran huérfanos de padre, vivían con cierta libertad, que a merced de esa orfandad, la madre no podía controlar.

Eran casi de mi edad, poco mayores que yo. Andábamos siempre juntos. Teníanme gran amor, y en todas las cosas que les daba contento les sustentaba plática y oía sucesos de sus aficiones y niñerías nada buenas; y lo que peor fue, mostrarme el alma a lo que fue causa de todo su mal. (V. 2, 2)

Los primos se sentían muy a gusto en casa de su tío Alonso, sin duda muchas partidas de ajedrez los reunía por las tardes. Este juego era infaltable en los hogares hidalgos de aquella época. Y estos chicos, atraidos por la simpatía deTeresa, gastaban las horas en entretenciones juveniles junto a ella, sin percatarse nadie,lo peligroso que es, "en la edad en que se han de comenzar a criar virtudes" dejar libertad y confianza por los lazos de sangre, en los pasatiempos.

Si yo hubiera de aconsejar a los padres, dice Teresa ya adulta, les diría que miren la compañía de sus hijos, porque aquí está mucho mal, y nuestra naturaleza busca lo peor. "Así me sucedió a mi", escribe. Y no siguió el ejemplo de su hermana mayor, de mucha bondad y honestidad. Más bien hacía todo lo que su parienta le recomendaba.

Era de tan livianos tratos, que mi madre la había mucho procurado desviar que tratase en casa; parece adivinaba el mal que por ella me había de venir. (V. 2, 3)

Hubo una gran afinidad entre Teresa y esta chica, que no tenemos la certeza de que realmente se tratara de su prima Inés, con ella mucha conversación, entretención, comenzar a traer galas. Dedicar mucho tiempo en el cuidado del cabello, de las manos, uso de perfumes y unguentos, jugos de plantas para suavizar la piel; era el afán de ser bellas para atraer a los chicos. Su padre preocupado por este cambio en su hija, y "la fiebre de la belleza, que le entraba como un huracán". (J.M. Javierre)

Teresa era consciente de que el Señor le daba "gracia en dar contento adonde quiera que estuviese". Cabe destacar que en aquella época se había publicado en español el libro: Educación de la mujer cristiana, de Luis Vives. Don Alonso , que había leido el libro, y observando a Teresa que comenzaba a utilizar la ropa y joyas de su madre fallecida, estaba preocupado. .

Lástima, la ausencia de doña Beatriz. A su lado, el estallido afectivo de la joven Teresa hubiera ahorrado acideces al paladar de la joven. Sabemos que su madre gustó también de adornarse con galas juveniles: su ajuar de moza casadera incluía casi todos los aderezos reprochados por Luis Vives.

Teresa estuvo sola, en el momento que le toca vivir los primeros indicios de un amor humano, tan normal y corriente en toda chica en la edad de la adolescencia. No tenía experiencia, y era un tema no fácil de hablar, ni con su padre ni su hermana María. El último párrafo del número 3, capítulo 2 de Vida (Monte Carmelo-15º Edición) dice: "no me parece había dejado a Dios por culpa mortal ni perdido el temor de Dios, aunque le tenía mayor de la honra... ni había amor de persona de él que a esto me hiciese rendir". El temor de Dios era algo superior para ella, y considerar a Dios en todas las cosas de su vida le ayudó a no perder la bendita honra, tan importante en aquel tiempo, y Teresa era extremosa en no perderla frente al mundo. Aunque sí pierde después el temor de Dios.

Como ella escribe en su autobiografía, Teresa a los quince años estaba en peligro, se da cuenta que esta amistad, le hacía daño, y la servidumbre de casa, en nada ayudaba a que esta joven, "estuviera entera en la virtud". Para todo mal encontraba en las criadas "buen aparejo". (V. 2, 6)

Teresa continuaba con sus lecturas novelescas, y hacía lo imposible por conseguir libro nuevo. Además debía cumplir con sus obligaciones del hogar, ayudando a María en la buena marcha de la casa y el cuidado de sus hermanos pequeños. Pero era tal el tormento de su alma, agobio en el fondo de su corazón, por hacer lo que no deseaba, que en su fragilidad como joven adolescente, es capaz de tomar conciencia del verdadero mal que hubiese podido destruir la honra de ser hija de Dios por la culpa mortal, a la que ella no llegó, "cosas deshonestas naturalmente las aborrecía"... "no quisiera yo que nadie ofendiera a Dios por mí", nos dice.

Se que es dificil comprender en el lenguaje de Teresa, una mujer que escribe en el siglo XVI su experiencia de adolescente. Pero sí es posible situarnos en lo que ha sido nuestra experiencia como jovenes, o quienes hoy tienen hijos adolescentes, lo dificil que es guiarlos por el camino del bien.

Nuestra Madre santa Teresa nos lo dice con mucha claridad: "estaba en la mano el peligro, y ponía en él a mi padre y hermanos". Pero fue su padre quien la libro y cuidó la honra de toda la familia. Cuando recuerda estos hechos, a los cuarenta años de vida, agradece a Dios que le ayudó "a tomar fuerza el alma para no caer".

Me libró Dios de manera que se parece bien procuraba contra mi voluntad que del todo no me perdiese, aunque no pudo ser tan secreto que no hubiese harta quiebra de mi honra y sospecha de mi padre. (V. 2, 6)

Tres meses andaba en estas vanidades


Su hermana María se casó en enero de 1531, Teresa estaba próxima a cumplir dieciseis años. Sus hermanos mayores preparándose para ir a las conquistas del nuevo mundo, descubierto por Cristobal Colon en 1492. Hernando el mayor se había marchado a Perú en enero de 1530. Los demás, incluido Rodrigo, su compañero de avnenturas, sueñan con embarcarse pronto a esa lejanas tierras. Cuando su hermana María se marcha con su marido a Castellanos de la Cañada, Teresa se queda con las criadas y sus hermanos pequeños. El padre mucho tiempo ausente por sus trabajos, dejaba a su hija con el peligro en su mano, y enamorada de un chico como dicen los historiadores teresianos. Y muy bien lo dice ella en el libro de Vida, "que su Majestad mirando y remirando," por donde le podía tornar a sí.

Una cosa tenía que parece me podría ser alguna disculpa, si no tuviera tantas culpas; y es que era el trato con quien por vía de casamiento me parecía podía acabar en bien; e informada de con quien me confesaba y de otras personas, en mucha cosas me decían no iba contra Dios. (V. 2, 9)

En primavera y verano de 1531 los abulenses viven una experiencia histórica que no olvidarán. El pequeño prinicpe Felipe II, al cumplir cuatro años, "celebró la puesta de largos", es decir, "cambiar las faldetas de niño por los gregüesquillos de muchacho". "Una ceremonia prevista por el protocolo real". (J.M. Javierre)

Su madre, la Emperatriz Isabel, asistió a los votos religiosos de unas damas de su corte en palacio, y que habían ingresado al Monasterio de santa Ana en Ávila. Conociendo estos hechos podemos imaginar que Teresa hubo de tomar parte en el júbilo de la ciudad, fue entonces cuando conoció al duque de Gandía, Francisco de Borja, que acompañaba a la Emperatriz Isabel en esta hazaña, puesto que su esposo el Emperador se encontraba de viaje en Alemania.

Solo tres "meses en estas vanidades", (V. 2, 6) y llega el momento de dejar la casa paterna, porque; "ya cansada y no dejaba de tener gran temor de Dios cuando le ofendía, y procuraba confesarme con brevedad". (V. 2, 8)


Internada en Santa María de gracia


Poco le dura a nuestra Teresa el jolgorio de Ávila con visitas tan ilustres. Su padre toma la decisión más correcta, aunque dolorosa también, pues era la primera vez que se separaba de su hija tan querida. Pero era más importante para él, tener la seguridad de que allí la cuidarían.

"Era tan demasiado el amor que mi padre me tenía y la mucha disimulación mía, que no había creer tanto mal de mí, y así no quedó en desgracia conmigo". (V. 2, 7)

Fue breve el tiempo , dice Teresa, ¿de qué? ¿disimular esa atracción que sentía? Aunque algo se entendía, no se podía pronunciar, "no debía ser dicho con certinidad" (certeza). No podía hablar de ese tema con su padre. "Todas mis diligencias eran que fuese en secreto, y no miraba que no podía serlo a quien todo lo ve".

Pero Don Alonso se daba cuenta perfectamente que su hija estaba viviendo su primera experiencia de amor, y la angustia se apoderaba de él por las condiciones familiares nada favorables frente a la bendita honra, una pesadilla viviente nada fácil de quitar.

Había que buscar una solución, y Santa María de Gracia, un lugar donde eran educadas las doncellas distinguidas, era lo más acertado.

¿Cuándo y cómo dar el paso?

La Providencia se encarga, nos abre puertas y enciende luces para ver qué es lo mejor. Y ese ambiente de fiesta de la ciudad de Ávila era el momento indicado, al parecer en el mes de junio de 1531.

Se hizo en secreto, por la honra, que internar a Teresa en un monasterio no fuera interpretado por los demás como un intento de corregir su comportamiento. Ya adulta Teresa no critica la decisión de su padre, sino que valora el bien que le hizo, "comenzó mi alma a tornarse a acostumbrar en el bien de mi primera edad y vi la gran merced que hace Dios a quien pone en compañía de buenos".

Con dieciseis años Teresa es separada de sus primos y alejada de todo peligro que se puede presentar por la ausencia materna. Una edad en que debe decidir su camino en la vida, la idea del matrimonio ya había pasado por su cabeza. Los primeros ocho días en el internado le preocupaba más cómo habían entendido sus familiares, amigos y vecinos estos acontecimientos, que el estar en un lugar donde no conocía a nadie. Nos dice con mucha claridad, "que en ocho días-y aun creo menos- estaba muy más contenta que en casa de mi padre. Todas lo estaban conmigo, porque en esto me daba el Señor gracia, en dar contento adonde quiera que estuviese, y así era muy querida". (V. 2, 8)


Los historiadores teresianos dicen, que de no haber procedido Don Alonso como lo hizo para ayudar a su hija, hoy no tendríamos a Teresa de Jesús. Yo pienso como ellos, y debo agregar que es Dios quien mueve todos los hilos de la vida de cada uno@, para que se cumpla su voluntad, y podamos todos realizar la misión con la que vinimos a este mundo.

En Santa María de Gracia, Teresa se reencontró con su esencia de niña, "el camino de la verdad". Y en su vida esa verdad es Dios, que nunca la abandonó, cuidó de ella cada minuto de su vida, iluminó sus días, inundó su corazón de su amor, y este ha sido desbordado a traves de los siglos, como un torrente de gracia, para todos los que queremos y podemos inundar también el nuestro por medio de su testimonio.


¿Termina el período de la adolescencia en Teresa con estos acontecimientos recien narrados?

No, pero la seguridad en esta joven, de sentirse acompañada y guiada por una de las monjas del internado, y el descubrimiento de una nueva forma (para ella) de vivir la entrega a Dios, le permiten volver a "poner su pensamiento en el deseo de las cosas eternas y a quitar algo la gran enemistad que tenía con ser monja".


Vivió año y medio en ese monasterio, luego una enfermedad le hizo tornar a la casa paterna. Con diesiocho años, esa verdad de cuando niña, le hacía comprender la grandeza de Dios, "y que la vanidad del mundo como se acaba en breve". Y va disponiedo el Señor su corazón y haciendo fuerza para que por fin se decida a seguirle.


Conclusión


La dolescencia de Teresa de Ahumada, fue tan normal en su tiempo, como ha sido la nuestra cerca de cinco siglos después. Los amigos, el primer amor, comenzar a traer galas, desear contentar a alguien, las prohibiciones de los padres, vigilancia de hermanos mayores, descubrimiento del mundo por medio de la lectura, juegos, diversión, entretención... No faltó nada a Teresa, pero sí vive una experiencia que marcó esa etapa de su vida para siempre, fue "la muerte de su madre", y como consecuencia de ello, el internamiento en Santa María de Gracia. Es así como vuelve a su antigua escenario y al final de la adolescencia, y también por medio de una amiga, se abren otros caminos para esta joven, esos senderos que nosotros conocemos y que hoy agradecemos, por lo que ha significado para el mundo a traves de los siglos el testimonio de esta vida.






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