Hoy es el gran día, recordamos y celebramos a San José, custodio de María y Jesús, custodio de toda la Iglesia. Ante una figura tan grande como esta ¿Qué podría decir este pobre fraile que no se haya ya dicho ya?
El Papa Francisco nos ha regalado una carta exquisita dedicada a San José, su intención es que podamos amar más a este gran santo. Yo no quiero repetir lo que ya ha dicho el Papa, sin embargo, quiero resaltar dos actitudes que pueden ser de utilidad en nuestro crecimiento cristiano: la acogida y la valentía creativa.
El Papa Francisco, entre los títulos que otorga a San José, afirma que él es padre en la acogida y en la valentía creativa. Estas dos actitudes revelan dos de las necesidades básicas de nuestro ser personas.
Acogida
Acoger no es más que abrazar y aceptar. Abrazar la vida y aceptar todo lo que ella tiene, incluso aquello que no esperábamos o no hubiéramos deseado encontrar. Acoger es abrazar al otro con sus cualidades y sus defectos, con sus ideas distintas y sus actitudes extrañas. Acoger es decir sí a todo aquello que es diferente, es abrir las puertas del corazón para aceptar.
San José es el hombre de la acogida porque recibe a María y, en ella, a Jesús. Los abraza con todo su corazón, aunque no fueran esos sus planes, aunque el camino sea diferente a lo que esperaba. Por eso, san José es maestro de espirituales, él sabe abrazar lo que la vida le da, porque entiende que la vida entera es un regalo de Dios.
Debemos nosotros también aprender a abrazar la vida, con todas sus vicisitudes, con todos sus colores y sabores, con todos los rostros que encontramos en el camino. Abrazar a los que creen lo que yo creo, abrazar a los que comparten mis ideales y abrazar, también, a los que andan otros senderos, los que pintan con otros colores el paisaje de esta vida.
Todos tenemos un espacio dentro del proyecto de Dios, todos somos parte de su plan. San José nos enseña que en medio de la incertidumbre Dios actúa. A través de caminos inimaginables se alcanza la meta del amor.
Valientes y creativos
Hoy más que nunca debemos reinventar nuestro estilo de vida, nuestro modo de relacionarnos ¿Quién no ha sentido que ahora todo es diferente? Es que realmente lo es. Nada es lo mismo después de la pandemia. Y qué bueno que así sea. ¡Cuántas cosas que debemos cambiar!
Vivimos en una sociedad que se ha estancado, y que comienza a caminar como el cangrejo. Cada vez somos menos humanos. Los valores que nos identifican como especie, como seres racionales y espirituales cada vez más van desapareciendo. Nos hemos convertido en títeres del mercado, de la comodidad, del egoísmo y de nuestras propias pasiones. La pandemia, al menos, nos ha hecho detenernos y reflexionar.
San José en su misión de custodiar a Jesús y a María debió ser muy creativo y muy libre. Él tuvo que andar caminos desconocidos, supo improvisar un sala de parte en un pesebre, y se atrevió a enseñar a la Sabiduría misma.
¿Qué nos diferencia de José? Nada. Entonces, ¿por qué vivimos como si nuestra vida fuera una obra de teatro en dónde debemos repetir, muchas veces sin pensar, el guion que la sociedad nos ha impuesto? ¿No es ya el momento para comenzar a crear nosotros mismos nuestro camino? Es hora de caminar en libertad, agarrados sólo de la mano de Dios, preocupados sólo por ser auténticos, coherentes, desgastándonos en amar. Es que de otro modo la vida deja de ser vida.
San José, que supo guiar, acompañar y cuidar a Jesús y María, nos enseñe también a nosotros a caminar como lo hizo con Jesús.
San José, padre del Carmelo, ¡ruega por nosotros!
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