1. Disposición inicial
Busca tu espacio de silencio interior y exterior, recuerda que es necesario que “vayas” a tu interior. Si puedes, escucha algún canto al Espíritu Santo para disponer tu momento orante. Aleja cualquier distracción.
Piensa con calma en las luchas y dificultades que has experimentado durante esta semana. ¿Qué es lo que verdaderamente te agobia? ¿Por qué razón te cuesta orar?
Lee detenidamente el Poema 7 de Santa Teresa.
Poema 7
¡Cuán triste es, Dios mío, la vida sin ti!
Ansiosa de verte, deseo morir.
Carrera muy larga es la de este suelo,
morada penosa, muy duro destierro.
¡Oh dueño adorado! sácame de aquí!
Ansiosa de verte, deseo morir.
Lúgubre es la vida, amarga en extremo;
que no vive el alma que está de ti lejos.
¡Oh dulce bien mío, que soy infeliz!
Ansiosa de verte, deseo morir.
El amor mundano apega a esta vida;
el amor divino por la otra suspira.
Sin ti, Dios eterno, ¿quién puede vivir?
Ansiosa de verte, deseo morir.
La vida terrena es continuo duelo:
vida verdadera la hay sólo en el cielo.
Permite, Dios mío, que viva yo allí.
Ansiosa de verte, deseo morir.
¿Quién es el que teme la muerte del cuerpo,
si con ella logra un placer inmenso?
¡Oh! sí, el de amarte, Dios mío, sin fin.
Ansiosa de verte, deseo morir.
2. Medita con fe y esperanza
Las dificultades, los problemas, incluso las tentaciones; no son malos en sí mismos. Si los vivimos con fe y madurez, son camino para nuestro crecimiento y encuentro con Dios. Teresa nos recuerda la importancia de vivir con paz, y para esto debemos aprender a configurar nuestra voluntad con la voluntad de Dios:
“Su Majestad sabe mejor lo que nos conviene; no hay para qué le aconsejar lo que nos ha de dar, que nos puede con razón decir, que no sabemos lo que pedimos”. Toda la pretensión de quien comienza oración ha de ser trabajar y determinarse y disponerse con cuantas diligencias pueda a hacer su voluntad conformarse con la de Dios” (2M 8)
Probablemente experimentes muchas dificultades para orar, para vencer el pecado, incluso para ser coherente en tu vida. Debes aprender a escuchar a Dios, mira las señales que te pone en el camino. Pide la intercesión de la Virgen y los santos para poder vencer las tentaciones.
Jesús es el verdadero amigo, nada puede llenarte como Él en esta vida. Tienes que hacer una opción: optar por Él. Esto implica dejar todo lo que te aleja de Él.
3. Reflexiona con el corazón
¿Cuáles son las luchas que agobian mi vida? ¿Cuál es mi actitud frente a esas luchas (desesperación, miedo… o confianza, abandono…)?
¿Me he dado por vencido en las luchas?
¿Cuál es mi tesoro? ¿Está mi corazón dividido? ¿Qué es lo que más amo?
¿Soy capaz de escuchar la voz de Dios y de mirar los signos que pone en mi camino, a pesar de las dificultades?
4. Actúa con Amor
Luchar es tomar las armas de la Cruz. Busca la vida de algún santo que te llame la atención y profundiza en su experiencia. Acércate con mayor frecuencia a los sacramentos, de manera especial al sacramento de la Reconciliación.
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