1. Disposición inicial
Has avanzado mucho en el camino y todo ha sido gracia de Dios. Él habita en ti, centra la atención en el fondo de tu alma. Ahí está Dios y junto Él también estás tú. Lee detenidamente el poema y has tuyos los sentimientos de la santa. Léelo con el corazón y entrega tu vida al amor.
Ya toda me entregué y di, y del tal suerte he trocado, que es mi Amado para mí, y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador me tiró y dejó rendida, en los brazos del amor mi alma quedó caída, y cobrando nueva vida de tal manera he trocado, que es mi Amado para mí, y yo soy para mi Amado.
Hirióme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí,
y yo soy para mi amado.
2. Medita con fe y esperanza
Estas son las Moradas del desposorio. Ahora vives para Dios, tu voluntad se ha hecho una con la suya. Sin embargo, Dios sigue buscando la forma de despertar tu alma para confirmarla en el amor. Él desea desbordar su amor en ti y lo hará de formas diversas.
Las formas que utiliza Dios para fortalecer tu amor pueden sorprenderte. Aunque parezca que ya está todo hecho, puedes experimentar algunas luchas, como críticas, enfermedades, problemas con los confesores, y un cierto apretamiento interior. Todo esto es preparación para lo que ha de venir. Dios te ayuda para que tu alma se fortalezca y tu amor se purifique. Debes ser fuerte aún en las dificultades y persecuciones.
La oración en estas moradas está marcada profundamente por el actuar de Dios que te regala diferentes tipos de experiencias para que te dispongas a la plena unión. La mayoría de las luchas en esta morada van en la línea de la valentía y la verdad. Frente a tantas experiencias fuertes puede el demonio hacer crecer el miedo y la duda, haciéndote dudar en el camino.
Recuerda que siempre deber ser valiente y humilde. No olvides que humildad es andar en verdad. Cristo mismo es la Verdad, no te apartes nunca de Él.
3. Reflexiona con el corazón
¿Cómo vives la gratuidad? ¿Reconoces que cuanto tienes es un don de Dios?
¿Cómo va tu proceso de dirección espiritual? ¿Eres sincero(a) contigo y con tu acompañante?
¿Qué tanto la Palara de Dios impregna tu vida? ¿Te alimentas con la Sagrada Escritura?
4. Actúa con Amor
Lo más importante es la docilidad. Aprende a dejar que Dios guie tu vida y abraza la cruz. Puedes experimentar luchas, sufrir críticas e incluso enfermedades, pero si te abandonas en Dios, confiando en Él descubrirás una nueva fuerza.
Dedica 30 minutos diarios a la meditación de un pasaje del Evangelio, presta especial atención a las actitudes de Jesús, a su humanidad.
5. Para Orar
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