Cuando Teresa descubre su vocación para el Carmelo, nada es fácil para ella. Debe recurrir a las formas menos deseadas, para cumplir un deseo profundo de su corazón, aunque consciente de que "esto de tomar estado, más que el amor, le movía el temor servil, y que no podría sufrir los trabajos de religión. (V. 3, 6)
Sabemos del espíritu enérgico de esta joven mujer del siglo XVI, esa fuerza interior que va quitando del camino todos los obstáculos para alcanzar sus metas. Veamos su trayectoria antes de su ingreso al Monasterio de La Encarnación.
MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE GRACIA
Este monasterio de monjas agustinas se había fundado pocos años antes del nacimiento de Santa Teresa. En 1523 hicieron su profesión las primeras religiosas, entre las que se encontraba la hermana María de Briceño, diecisiete años mayor que Teresa. Era la encargada de las doncellas que vivían en este monasterio. Esta religiosa jugará un papel importante en el momento en que Teresa decide su camino de vida, o como ella decía; "que Dios le diese el estado en que le había de servir". (V. 3, 2)
El ejemplo de una joven religiosa:
María de Briceño había tomado el hábito en religión a los dieciséis años, era una joven nacida y criada en Ávila, tenía entre las doncellas fama de santa, por la noche "siempre la hallaban despierta y sumida en oración". (Efrén de la Madre de Dios)
Fue una nueva amiga para Teresa que comenzó a iluminar su camino. Las buenas y santas conversaciones hacían que las jóvenes se sintieran a gusto en el monasterio. Ellas estaban allí para recibir una educación propia de la época, dedicaban su tiempo a leer, escribir, coser, bordar, tejer y mucho tiempo para la oración.
La hermana María de Briceño era como lo que hoy llamamos acompañante espiritual, la suavidad de su carácter inspiraba confianza a las chicas. Entre las demás religiosas de la comunidad, los comentarios eran muy positivos y atraían la mirada de las jóvenes doncellas. No solo la mirada, Teresa disfrutaba oyéndole hablar de Dios y vio cómo el Evangelio de Mateo fue luz en su camino, con esa frase, "muchos son los llamados y pocos los escogidos". (Mt. 20, 16).
Esta religiosa le hizo comprender que Jesús a sus seguidores, nos permite ser protagonistas de su renovación mesiánica que se manifestará al final de los tiempos, pero que es real desde el momento en que decidimos seguirle con todo el corazón. "Decíame el premio que daba el Señor a los que todo lo dejan por él". (V. 3, 1)
Teresa pronto descubre que el testimonio de esta joven monja, solo puede ser el inmenso amor de un Dios que la ama por sobre todo en la vida, ese Dios que era su verdad de niña. María de Briceño ganó el corazón de Teresa contándole su propia experiencia, no solo ella, todas las jóvenes que formaban el grupo se transforman en esas amigas, a las que llegó a pedir, "la encomendasen a Dios". La querían mucho, la estimaban. Era lo que ella necesitaba para desbloquear sus sentimientos, y dejar que circulen con ritmo normal. vinculándolas a su entorno.
Comenzó esta buena compañía a desterrar las costumbres que había hecho la mala y a tornar a poner en mi pensamiento deseos de las cosas eternas y a quitar algo la gran enemistad que tenía con ser monja. (V. 3, 1)
A Teresa no le entusiasma casarse:
En Santa María de Gracia recuperó el ánimo y sus devociones. El monasterio vivía un clima de fervor. Las monjas cumplían su horario penitente, las jóvenes imitaban a las religiosas, Teresa veía a sus compañeras llorar cuando rezaban, "y habíala mucha envidia", sentía pena, "era tan recio mi corazón en este caso que, si leyera toda la Pasión, no llorara una lágrima". (Ibidem)
Teresa en casa junto a su madre, y después con su hermana María, aprendió muy bien el manejo de la rueca, en Santa María de Gracia perfeccionó esta destreza. El horario del día tenía esa armonía del ser y el quehacer. En medio de las labores, donde las chicas se estrenaban como amas de hogar, tenían muchos momentos para el encuentro con Dios. Todo esto comenzó a inquietar a Teresa, cuando pide a sus compañeras que la encomienden en su oración, el deseo que hay en su corazón es, tener claridad del camino que debía elegir para servir a Dios.
"Temía casarme", escribe en Vida. Algo hirió la sensibilidad de Teresa en sus andanzas con sus primos. La lectura de las aventuras de Amadís, pobló sus sueños adolescentes, pero luego esos sueños, en la realidad de la época, donde la mujer, además de estar sometida a su marido, vivía en el riesgo de perder la vida en un parto, se transforman en frustración.
Las historias de damas atropelladas por el marido, sin defensa, sin comunicación: sumisas al ambiente, a costumbres despóticas. Hastiadas en su íntima soledad, sin otro refugio que los ritos religiosos. Nadie la puede engañar a Teresa, ella conoce perfectamente los aspectos de esclavitud incluidos en la vida matrimonial de las mujeres de su tiempo. (José María Javierre)
Año y medio estuvo Teresa en Santa María de Gracia, "harto mejorada" dice ella. Regresó a su casa reconciliada con la idea de ser monja, pero no lo tenía claro, todavía deseaba que no fuese este, el estado de vida que debía abrazar. Era tal la lucha interior de esta joven, que llegó a provocar falta de salud, ese fue el motivo del regreso a casa.
MONJA O NO MONJA
LUCHA ENTRE LA LIBERTAD Y LA GRACIA
Creo que la mejor forma de definir lo que vivió Teresa a sus dieciocho años, es esta frase de uno de los mejores historiadores teresianos; "una lucha entre la libertad y la gracia". La gracia de Dios se mueve por criterios de amor, y el amor lleva a la libertad plena del corazón. Cuando nuestras vivencias espirituales responden a ese actuar de la gracia de Dios en el alma, la libertad es protagonista en nuestras vidas, y el amor de Dios nos libera de toda esclavitud. Pero el perímetro en la lucha de nuestra joven Teresa, está entre la gracia de Dios, que silenciosamente se deja escuchar, "andaba más ganoso el Señor para disponerme el estado que me estaba mejor", (V. 3, 3) y esa libertad de acción que esperamos encontrar en nuestra realización personal.
La enfermedad se la envió Dios, dice Teresa, esto le hizo tornar a la casa de su padre. Una vez recuperada, va a Castellanos de la Cañada, donde su hermana mayor, que mucho la amaba, lo mismo su cuñado Martín. En el trayecto visita a su tío Pedro Sánchez de Cepeda, que residía en Hortigosa y estaba pensando en hacerse monje. "Muy avisado y de grandes virtudes, viudo, a quien también andaba el Señor disponiendo para sí, que en su mayor edad dejó todo lo que tenía y fue fraile". (V. 3, 4)
La mortificación, rigores, abstinencia, penitencias que vivían las monjas agustinas, le parecían a Teresa "extremos demasiados". Estaba en su mente el recuerdo de otra amiga del Monasterio de la Encarnación de Ávila, "y esto me era parte para no ser monja, si lo hubiese de ser, sino a donde ella estaba". (V. 3, 2)
Monasterio de la Encarnación hoy
No podía persuadirme a serlo:
Es la etapa del discernimiento; a veces los buenos pensamientos de ser monja, luego se quitaban, tres meses en esa batalla. (V. 3, 6) El tiempo junto a su tío Pedro estuvo oyendo hablar de Dios y la vanidad del mundo. Leía junto a él libros espirituales, "aunque no era amiga de ellos, mostraba que sí". (V. 3, 4) Su tío le hacía leer en voz alta, "como todos, sentía predilección por aquella sobrina y consiguió, con achaque del cansancio, quedarse con él varios días". (Efrén de la Madre de Dios)
Teresa salió de casa de su tío Pedro, amiga de buenos libros, en Castellanos de la Cañada, donde estuvo quince días se dedicó a leer, reflexionar, rezar.
En Ávila continúa su lucha interna, hasta que un día llegó a la conclusión, "que los trabajos y pena de ser monja no podía ser mayor que la del purgatorio", (V. 3, 6) y que después se iría derecha al cielo. Nunca hubiera utilizado la palabra "pena" si hubiera conocido el inmenso amor que desbordó después su corazón. Toda persona joven cuando está en búsqueda de su camino en la vida, lo hace desde la inexperiencia.
Nuestra Santa Madre Teresa, aunque escribe su historia vocacional siendo adulta, es muy transparente; le movía un temor servil, sentía miedo de no poder sufrir los rigores de la vida religiosa de aquella época, estaba acostumbrada a una vida cómoda y regalada. Y estaba dispuesta a pasar por ese purgatorio, como ella llama la vida en religión.
La decisión:
Pero lo que verdaderamente dio el impulso final a Teresa fue la lectura de las Epístolas de San Jerónimo, especialmente la sección dedicada a la vida contemplativa, (libro tercero, trata del estado eremítico, el desprecio del mundo, o estado del yermo). ¿Cómo consiguió este libro? No lo dice, sin embargo la nota 10 de obras completas del Monte Carmelo, dice que muy posiblemente leyó en la versión del bachiller Juan de Molina: "Las Epístolas de San Jerónimo con una narración de la guerra de las Germanias", dedicada a Doña María Enríquez de Borja, Duquesa de Gandía y Abadesa del Monasterio de Santa Clara en Valencia. Leer este libro le animó a decirlo a su padre, "que casi era como tomar el hábito, porque era tan honrosa, que me parece no tornara atrás por ninguna manera, habiéndolo dicho una vez". (V. 3, 7)
¿Cuándo ocurrió esto? Teresa no lo dice, esos tres meses de lucha seguro acabaron con la lectura de las Epístolas de San Jerónimo.
¿Pasó un año, y durante todo ese tiempo su padre ya lo sabía? Este dato no está claro en la historia vocacional de Teresa, la única certeza que tenemos es que D. Alonso no autorizó a su hija para entrar al Monasterio de la Encarnación.
Era tanto lo que me quería, que en ninguna manera lo pude acabar con él, ni bastaron ruegos de personas que procuré le hablasen. Lo que más se pudo acabar con él fue que después de sus días haría lo que quisiese. (Ibidem)
Rodrigo se marcha a América:
Un acontecimiento importante, muy doloroso para Teresa, le da fuerzas para marcharse de casa: la despedida de su querido hermano Rodrigo, esto ocurrió en agosto de 1535. Sabemos que la embarcación que llevó a este hermano a las Indias, como llamaban ellos al continente americano, zarpó el 24 de agosto, según un dato del libro: La familia de Santa Teresa de M. M. Polit.
Sin embargo, el Padre Tomás Álvarez hizo otro estudio en el año 2007, para publicar cian fichas sobre Teresa de Jesús, y afirma que Rodrigo hizo un largo mes de espera (agosto-septiembre de 1535) entre Sevilla y Sanlúcar, antes de zarpar.
Todo ese tiempo que Teresa debe esperar debido a la negativa de su padre, visita el Monasterio de la Encarnación, tenía el pretexto de su amiga Juana Suarez, visitar el convento para hablar con ella. Una hermana muy anciana dio testimonio después de la muerte de la Santa, que la vio con una saya anaranjada con ribetes de terciopelo negro.
¿Cuántas veces visitó el convento antes de entrar? Yo creo que muchas, estaba cerca de su casa. Los quehaceres hogareños a una joven inteligente, no iban a impedir estos menesteres tan importantes en su proceso vocacional.
El forcejeo entre padre e hija duraría dos años, eso es la más probable. En marzo de 1535 Teresa cumplió sus veinte años. Sin duda todo ese tiempo los amigos cercanos del padre, interceden por ella para obtener su consentimiento. Lo haría también su hermano Pedro, que aun no entraba de fraile.
Nada, "no bastaron ruegos de personas que le hablasen", paciencia. Había que esperar, y quienes más experimentaban ser los privilegiados de esta espera, eran sus hermanos pequeños.
Yo ya me temía a mí y a mi flaqueza no tornase atrás:
Había que dar el paso, y como antaño convenció a Rodrigo para ir a tierra de moros, a que los descabezasen por amor a Cristo, "había persuadido a un hermano mío a que se metiese fraile, diciéndole la vanidad del mundo. Y concertamos entrambos de irnos un día muy de mañana al monasterio adonde estaba aquella mi amiga, que era al que yo tenía mucha afición". (V. 4, 1) Pero los dos olvidaron que había que poner en antecedentes a la comunidad del monasterio masculino, donde ese hermano, al parecer Antonio, iba a ingresar ese día como novicio. Algo sumamente importante en un momento crucial de la vida. Este olvido complicó la entrada de Antonio a los Dominicos de Ávila.
A Teresa le esperaban en el monasterio de la Encarnación.
Eligieron el dos de noviembre, día de ánimas: muy de mañana. Antes que la servidumbre y el amo despertaran, pues comprendían sería conveniente evitar un encuentro con don Alonso. (J. M. Javierre)
Dejó Teresa a su familia, su padre y hermanos pequeños: Pedro, Juan, Jerónimo, Agustín y Juana. Lorenzo tenía dieciocho años, y sabemos que Antonio, con quince años regresó por la tarde con la difícil misión de explicar a su padre la osadía de su hija preferida. Un mes atrás lo había hecho su hermano Rodrigo a las Indias (América) dejando a su hermana Teresa el derecho a la propia herencia, la legítima de su madre.
No fue fácil para Teresa, se le partía el corazón, "cada hueso se le apartaba por sí..." como no había amor de Dios que quitase el amor del padre y los hermanos, era todo hacer fuerza, interior y exterior. Solo la ayuda del Señor hace posible en ese momento seguir adelante. "Aquí me dio ánimo contra mí, de manera que lo puse por obra". (V. 4, 1)
"A la hora, diole el Señor tan gran contento de tener aquel estado", que nunca jamás puso en duda su vocación.
Conclusión
Este artículo, precede a dos anteriores: "Teresa de Ávila, su infancia" y "Teresa en la edad de la Adolescencia". Es una instancia para profundizar en la vida y obra de Nuestra Santa Madre Teresa. Ella fue una mujer normal, eso sí, muy excepcional, una personalidad encantadora. Entrar en la atmósfera de su vida humana y espiritual, es sumergirnos en un encanto que nos motiva también a nosotros entrar en nuestra propia historia personal, valorar las cosas buenas de la vida, agradecer lo que hemos recibido de nuestra familia, formadores y educadores.
Recorrer junto a Teresa su itinerario de vida, con todas sus luchas, frustraciones y logros, y sobre todo, contemplar en ese itinerario la "Presencia de Dios", es acercarnos al misterio de la "existencia".
¿Por qué existimos, qué hacemos aquí, cuál es el fin de nuestras vidas en este siglo XXI?
¿Nos ayuda Teresa con su testimonio de vida?
Pidamos a nuestra Santa nos ayude en nuestro camino, que su ejemplo sea luz en los momentos difíciles, que su experiencia clarifique esas instancias nuestras, de nuestro diario vivir, cuando hay mucha oscuridad o cuando la angustia se apodera del corazón. Ella sigue ejerciendo el papel de maestra el día de hoy, en todo el mundo. Pidámosle que interceda por nosotros en nuestro propio proceso de crecimiento y de amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Libros de referencia:
Libro de la Vida - Obras Completas Monte Carmelo
Teresa de Jesús - José María Javierre
Tiempo y vida de Santa Teresa - Efrén de la Madre de Dios y O. Steggink
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