Estamos en la víspera de una gran fiesta; Navidad, palabra que en latín se escribe Nativitas y significa nacimiento. Y qué importante es para todo el mundo el nacimiento de Jesús, hecho en el cual está basado el conteo del tiempo que vivimos (antes de Cristo-después de Cristo).
Es esta, una fiesta llena de símbolos que forman una hermosa sinfonía, cuya luz y centro es, el "Enmanuel; Dios con nosotros", una fiesta con categoría de "más importante que todas, después de Pascua de Resurrección".
Navidad es celebrada por millones de personas en todas las latitudes, por cristianos y no cristianos. En algunas Iglesias ortodoxas celebran el día 6 de enero, pero no cambia el sentido de la celebración.
El Adviento da paso al tiempo de Navidad
El 24 de diciembre culmina el tiempo de adviento, el cual vivimos aprendiendo a esperar. La espera es una tarea de por vida que nos sintoniza con lo invisible en un mundo sumamente material.
Los cuatro domingos de adviento los vivimos en la sorpresa de un tiempo nuevo, porque hemos entendido la llamada a lo nuevo, que nos hace Jesús en el Evangelio de cada día. Y vamos comenzando siempre de bien en mejor, como nos dice nuestra santa madre Teresa.
En esta corona de adviento, podemos apreciar el paso del tiempo en el tamaño de las velas. Es la corona que en estas últimas horas está iluminando el lugar de la oración, donde las súplicas a Dios, se elevan como un canto armonioso. Su luz cada día iluminó los corazones de todos los que participaron en las celebraciones del adviento.
Hemos vivido acompañados por Juan el Bautista que nos invitaba a convertirnos en la segunda semana, a sorprendernos de la obra del Señor la tercera semana. Y de María, José, Isabel y Zacarías que en esos días, desde el cuarto domingo de adviento, despertaban en nuestros corazones la admiración por los hechos ocurridos antes del nacimiento de Jesús.
En todas las narraciones de Lucas hay un tesoro que nos provoca la certeza de un Dios que está, es nuestra luz, es el Espíritu presente en medio de nosotros. Los días previos a la Navidad el evangelista nos invitaba a alabar, admirar, y encontrarnos con el Amor, poniendo ante nuestra mente, nuestros ojos y oídos, el testimonio de los protagonistas más reveladores de la historia de esos días.
José, como figura limpia, sencilla, testigo silencioso de Jesucristo, no se recuerda ninguna palabra suya, su vida es obediencia y acción.
Zacarías, el hombre profundamente conmocionado por el don de un hijo, que sería el precursor. Tal conmoción provocó en él la duda por su edad avanzada, pero cuando nació Juan, y recuperada la voz, su estupor se tradujo en canto de alabanza, un Benedictus que entonamos todos los días en la oración de Laudes.
Isabel, la mujer convencida de la bienaventuranza que se presentaba ante ella; María, su prima, madre de su Señor. Isabel es la mujer de las certezas y de una sensibilidad exquisita: "Cuando oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre, y se llenó del Espíritu Santo". (Lc. 1,41)
María, ella es la mujer por excelencia, bienaventurada, llena de gracia, humilde sierva del Señor. Recordemos que era muy joven cuando le anuncia el ángel que va a ser madre del Salvador, y su espíritu de servicio la lleva por las montañas de Judá, a servir a su prima. El encuentro de estas dos mujeres representa el encuentro de la humanidad con su Dios. De ahí brota el himno de alabanza y acción de gracias, como un magnificat que ensalza las maravillas que Dios realiza en su pueblo, Israel. Este cántico lo entonamos todos los días en la oración de vísperas.
El tiempo de navidad este año es muy breve, ya podéis mirar el calendario y contar los días desde el 25 de diciembre hasta el Bautismo del Señor. Dentro del tiempo de Navidad, celebramos a la Sagrada Familia, la solemnidad de la Maternidad de María y la Epifanía del Señor.
María es madre
En estos días, hace 2022 años, María dio a luz al Salvador. Ella es la feliz Madre de Dios que en el silencio de su corazón, acoge con fe todo el misterio, sin entender muchas veces lo que está pasando.
Aquella que por su fe y obediencia engendró en la tierra al mismo Hijo del padre, sin contacto con hombre, sino cubierta por la sombra del Espíritu santo: prodigiosa maternidad, constituida por Dios como "tipo" y "ejemplar" de la fecundidad de la Virgen-Iglesia, la cual se convierte ella misma en Madre, porque con la predicación y el bautismo engendra a una vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por obra del Espíritu Santo, y nacidos de Dios. (Marialis cultus)
Expectación en la nochebuena
Las horas que anteceden al día 25 de diciembre están inundadas o sumergidas en la expectación. Preparamos los regalos, la reunión familiar, alguna sorpresa para nuestros seres queridos. La Misa de la vigilia, que para muchos de nosotros es el centro de la celebración. No falta el repertorio de villancicos en familia. Y nuestras casas están adornadas con símbolos: árbol navideño, guirnaldas, y un sin fin de decorados alegóricos. Hay un ambiente de alegría, la sonrisa en los rostros, capaz de tergiversar toda tristeza, embellece a las personas.
¿Qué esperamos en esas horas? El nacimiento del niño Jesús en nuestro corazón, o, podemos decir también: "un nuevo cumpleaños del Hijo de Dios".
La mayor expectación de estas horas, está en los niños, que esperan sus regalos, ellos viven con ilusión la Navidad. En Europa esto ocurre la víspera del 6 de enero, fiesta de los Reyes magos. En América y otros lugares del mundo los niños aguardan el 24 de diciembre a Santa Claus. Y donde la familia está reunida en torno al gran misterio de la venida de Dios a la tierra, los padres enseñan a sus hijos que "Dios con nosotros" es el gran regalo que recibimos en Navidad.
¿Por qué el 25 de diciembre?
Sin duda que el mes de diciembre está muy marcado por los símbolos de Navidad, y desde hace unos 40 años, más o menos, está muy caracterizado por el consumo de productos que no hacen falta para celebrar el nacimiento de Jesús. De alguna forma esta fiesta se ha vanalizado. Hay países del mundo que están dando importancia a la Navidad con sus adornos alegóricos, para lograr más éxito en la venta de sus productos.
Pero los cristianos, sabemos que el sentido de la fiesta es, "la presencia de Dios en medio de nosotros", es el cumplimiento de todas las promesas del Antiguo Testamento, es el correr veloz de la Palabra que se hizo carne y habita entre nosotros.
La fecha exacta del nacimiento de Jesús no se encuentra registrada en la Bíblia. El evangelista Lucas nos dice que el emperador dictó una ley que ordenaba hacer un censo en todo el imperio romano. Esta es la causa por qué José y María emprenden camino hacia Belén, ( Lc. 2,1)
En esos días el emperador dictó una ley que ordenaba hacer un censo en todo el imperio. Este primer censo se hizo cuando Quirino era gobernador de la Siria. Todos iban a inscribirse a sus respectivas ciudades. También José, como era descendiente de David, salió de la cuidad de Nazaret de Galilea y subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. (Lc. 2, 1-5)
Los Judíos eran una nación pequeña sometida a ese imperio. Y este dato que nos proporciona Lucas nos permite descubrir un pequeño error en el conteo del tiempo, pues Jesús nació unos cuatro o cinco años antes de lo que sabemos. El censo se hizo cuando Quirino era gobernador de Siria, entre los años 5 a 7 a. de C.
El 25 de diciembre es una fecha que si la sometemos a cálculos por los datos que tenemos, puede resultar inexacta para el nacimiento de Jesús.
En Lc. 1, 5-80 se nos narra el anuncio del ángel a dos mujeres: María e Isabel. También tenemos en estos versículos el nacimiento de Juan el Bautista y la visita que hizo María a su prima.
Si hacemos un estudio de todos estos acontecimientos, sabiendo que el turno de Zacarías en el servicio del Templo ocurrió en junio, llegamos a la conclusión de que Juan nació en marzo y Jesús en septiembre.
Hay también un dato meteorológico importante. La visita de los ángeles a los pastores que velaban sus rebaños por la noche, no podía ser en diciembre por el frío en el hemisferio norte. Lo mismo ocurre si pensamos que un censo no se podía realizar en la estación de invierno, "miles de personas caminando bajo el frío, hospedados en lugares inhóspitos, era imposible".
Pero nuestra Iglesia ha ordenado de tal forma la celebración de los misterios de la vida del Señor, que es la forma más adecuada de insertar en la Liturgia los hechos desde una mirada cronológica. Además existen otras teorías de como se llegó a celebrar la Navidad el 25 de diciembre.
Una explicación bastante difundida es que los cristianos optaran por este día, porque a partir del año 247, el 25 de diciembre se celebraba en Roma el dies natalis Solis invict, día del nacimiento del Sol invicto, la victoria de la luz sobre la noche más larga del año. Esta explicación se apoya en que la liturgia de Navidad y los Padres de la época establecen un paralelismo entre el nacimiento de Jesús y expresiones bíblicas como Sol de Justicia (Mac. 4,2) y Luz del mundo (Jn. 1,4 ss). Sin embargo no hay pruebas de que esto fuera así y parece difícil imaginarse que los cristianos de aquel entonces quisieran adaptar fiestas paganas al calendario litúrgico, especialmente cuando acababan de experimentar la persecución. Es posible, no obstante que con el transcurso del tiempo, la fiesta cristiana fuera asimilando la fiesta pagana. (Texto elaborado por un equipo de profesores de Teología de la Universidad de Navarra)
El Pesebre
Es el símbolo de Navidad más significativo en todos los lugares y culturas, sus figuras son de las más diversas formas y colores. Hay quienes coleccionan pesebres, por sus diferentes estilos en la diversidad existente.
Aquí en Europa se les llama belén. En uno de los comentarios del Evangelio diario apareció este año la historia del primer belén en Italia, unos días antes de la Navidad.
En Greccio, san Francisco de Asís llamó a un hombre del lugar y le dijo: "Deseo celebrar la memoria del Niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre, y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno". Tan pronto como lo escuchó, el hombre fue rápidamente y preparó en el lugar señalado lo que el santo le había indicado. El 25 de diciembre llegaron a Greccio muchos frailes de distintos lugares, como también hombres y mujeres de las granjas de la comarca, trayendo flores y antorchas para iluminar aquella noche santa. Cuando llegó San Francisco, encontró el pesebre con el heno, el buey y el asno. Las personas que llegaron mostraron frente a la escena de la Navidad una alegría indescriptible, como nunca antes habían experimentado. Después el sacerdote, ante el Nacimiento, celebró solemnemente la Eucaristía, mostrando el vínculo entre la encarnación del Hijo de Dios y la Eucaristía. En aquella ocasión en Greccio, no había figuras: el belén fue realizado y vivido por todos los presentes.
Conclusión
Navidad es fiesta de encuentros y re-encuentros, es una fiesta de personas frente a un gran misterio de amor. Es una sinfonía de amor donde muchos símbolos unidos componen una partitura, la partitura de nuestras vidas. Y cada uno de nosotros, como las notas musicales, tiene una misión en esta sinfonía. No podemos fallarle al Director y Compositor de la partitura. Todos los sonidos, registros, voces, silencios... todos los símbolos, al unísono, en la ejecución de la pieza musical, dejan traslucir la belleza del amor, ese amor de un Dios que se hizo niño, vino a habitar entre nosotros, quiere que todos seamos felices y lleguemos al conocimiento de la verdad.
Feliz Navidad para todos, que el Niño de Belén nos ayude a penetrar con toda el alma en este profundo misterio de la Navidad.
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