Un momento de oración, hoy Miércoles Santo.
Pensemos en este momento en nuestra ubicación en el planeta. Estamos ahí, en un punto, nosotros tenemos esa conexión con Dios, por medio de nuestras experiencias de fe y la forma en que vivimos el cristianismo en el siglo XXI. Si imaginamos que Dios está muy lejos, a millones de kilómetros de altura, y desde allá nos mira, no solo eso, también nos ama, y está preocupado de todo lo que nos concierne, eso nos da la certeza de su presencia.
Cambiemos un poco la perspectiva, imaginemos que Dios está más cerca, que no son millones de kilómetros que nos separan, sino unos cuantos metros, está aquí, en la Capilla donde me encuentro. O en ese silencio que me invade, Dios está en lo más profundo de mi corazón contemplativo.
Lo cierto, es que Dios está, yo lo se, desde el alba le busco, y logro encontrarlo, Y hasta el ocaso del día le llamo, rezo, quiero amarle con todo mi corazón. Mi alma tiene sed de Dios, como el desierto el agua de la vida.
La escalera
Utilicemos en esta reflexión un signo apropiado, que nos puede ayudar a hacer consciente esa "presencia", una imagen que nos acerca a Dios; la escalera.
Recordemos esa escalera del sueño de Jacob, cuando va huyendo de su hermano Esau, camino de Jarán. (Gn. 28, 10-20)
Jacob sabe que esa escalera es como una "rampa" que comunica el cielo con la tierra. Para nosotros hoy esa escalera es el signo de la unión con Dios, debemos subir para vivir el encuentro.
En ese sueño Dios se manifestó a Jacob, se identificó como el Señor de su padre Isaac y su abuelo Abraham. Le hizo promesas que cumplió en el tiempo, y se extendieron a toda la humanidad, le bendijo y le prometió acompañarlo, protegerlo, no abandonarlo jamás.
Jacob vio en su sueño que Dios estaba sobre la escalera, en ella se comunicó con él.
Historia de Jacob
Jacob, instigado por su madre Rebeca, ha suplantado a su hermano Esau para conseguir la bendición que correspondía al primogénito. Con las ropas de su hermano se ha hecho pasar por él, y, así, consigue la bendición del anciano padre, Isaac, que estaba ciego. Jacob tendrá que huir ante la cólera del hermano que se ve burlado.
Para el narrador es cosa sentada, que en toda esta lucha por la bendición del moribundo, son los planes de Dios los que en definitiva se realizan. Al dar la bendición, era el propio Dios que actuaba a traves de él, imponiéndole su voluntad. No se puede saber con certeza cuales eran las creencias de las que el narrador de este texto en la Escritura, quiso hacerse portavoz. Pero sí se destaca, por encima de las más ambiguas acciones de los hombres, la intervención de Dios, que las subordina a su soberanía, insertándolas en sus planes.
Rebeca y Jacob, ¿actúan por motivos puramente humanos, o movidos por disposición divina? Lo que vemos es que aquel que se mancha con la culpa del engaño, se convierte en beneficiario de la promesa. Fuesen espirituales o mundanas las causas subjetivas que movieron la acción, en el texto las vemos al servicio de los ocultos planes de Dios. Nunca comprenderemos la manera o la lógica del actuar divino.
El sueño de Dios
Cuando Jacob camina hacia Jarán, se pone a dormir donde le pilla la puesta del sol, poniendo una piedra por cabecera. Y tuvo un sueño que llegó a ser una realidad trascendental en su vida. Era el sueño de Dios en un hombre que se convirtió en el padre de las doce tribus de Israel.
JACOB SOÑÓ CON UNA ESCALERA APOYADA EN LA TIERRA, Y CUYA CIMA TOCABA LOS CIELOS, Y HE AQUÍ QUE LOS ÁNGELES DE DIOS SUBÍAN Y BAJABAN POR ELLA. (Gn. 28, 12)
El sueño de Dios sobre nosotros es una realidad que nos toca vivir, y se va cumpliendo día tras día. Muchas veces no caemos en la cuenta de ese acontecer en la vida, o no llegamos a comprender la manera del actuar de Dios.
Como este texto del libro del Génesis, nuestra vida se va desarrollando por etapas. Desde que Jacob recibe la bendición usurpada a su hermano Esau, hasta que Dios se comunica con él por medio de un sueño, es como si el texto se abriera por capas, como si contuviera muchas perspectivas de acceso, que van desde la experiencia más cotidiana, hasta la más sublime.
En el texto hay hechos históricos que se trascienden en realidades más profundas y universales. Apuntan a trayectos comunes que nosotros vivimos. Vemos varios campos semánticos; el viaje, el sueño y deseos humanos, la comunicación de las diferentes dimensiones, el encuentro y el pacto.
¿Cuál es el mensaje para mí?
Me puedo integrar en el texto, y coger como mensaje de esta historia el verdadero sueño de Dios para mí. Y para que ese sueño se cumpla, vivir la certeza de que Dios está conmigo, cree en mí.
Dios sacó a Jacob de su realidad para hacerle comprender que hay otra dimensión desconocida del ser humano, el mundo sagrado, que contiene en sí mismo.
Lo sagrado del sueño de Jacob está representado en la escalera, apoyada en la tierra y su cima tocando el cielo, muchos seres angélicos subiendo y bajando por ella.
Dios me invita hoy a salir de mi casa terrena para acceder a ese espacio de la luz, me invita a subir hasta la cumbre de la escalera, donde mi humanidad rosa lo divino.
Ese lugar, camino a Jarán, Jacob lo llamó después Betel; Beit-Él: casa de Dios. San Juan de la Cruz en 1º Subida 5, 6 hace mención del monte Betel, donde el Patriarca sube a edificar a Dios un altar y ofrece sacrificios.
Quiero subir hoy mi propia escalera, esa "rampa" que me comunica con Dios, y recoger de mi historia ese sueño que me animó alguna vez, y hacer ese viaje del ser que todavía no he alcanzado a ser, y que tengo que llegar a ser.
Aquí, en mi silencio comunicativo, que es "trato de amistad en esta soledad sonora", en esta "presencia divina", que viene a mi encuentro, y me llama "Hijo" "Hija" Tú eres mi heredera. Yo te acompañaré a lo largo de todo el camino, y te protegeré.
Dios, en el sueño de Jacob hace un pacto con él, es en realidad el sueño de Dios para él, para nosotros, para toda la humanidad de todos los tiempos. Y en esta Semana Santa se hace más palpable ese sueño. Nosotros esta tarde debemos hallar su máxima expresión y cumplimiento en quien sube y baja por esa escalera; el Hijo, Jesús, que está aquí, ha bajado a la tierra para hacerse uno de nosotros.
Su Iglesia, en la que todos somos una sola familia, por medio del ciclo litúrgico anual, nos permite profundizar cada año el misterio de su Pasión, Muerte y Resurrección. La promesa a Jacob queda totalmente realizada.
Hoy, nosotros desde nuestra perspectiva física, en un punto del planeta, queremos descubrir el acceso a esta escalera, que en Semana Santa solo nos puede conducir hacia la Cruz, para agradecer, o pedir perdón, para convertirnos bajo su mirada redentora, y abrir el corazón a las gracias que son derramadas en estos días previos a la celebración del Triduo Pascual.
En la Eucaristía de hoy, miércoles santo, el Evangelio (Mt. 26, 14-25) nos enseña "la senda del despojo y la entrega. Esa luz va desvelando el pecado a cada uno. La traición de Judas nos muestra que en el corazón del ser humano anidan las peores maquinaciones. Podemos decir no a Dios, y una pasión puede llevar a traicionar toda una amistad y un camino de discipulado. En Judas no vemos solo un cambio de caminos, se trata de una traición que pone al amigo en las manos de los peores enemigos; y no se hace abiertamente sino maquinando y siempre bajo la apariencia de la amistad. Jesús responde con la entrega al amigo, incluso en la traición, esperando siempre la conversión, y hasta el último momento, buscando su mirada entre el dolor de la pasión". (Evangelio 2024 Camino Verdad y Vida)
"¿Qué he hecho yo por Dios? Nada, absolutamente nada. Lo único pecar y más pecar. Esa es mi vida. ¡Qué horror me causa mirarme! Quito mi mirada y se me presenta Jesucristo, mi Esposo adorado con su Cruz". (Teresa de los Andes - Carta 90)
Oración
Miro tu cruz Señor y quiero recorrer los pasos de tu Pasión en esta Semana Santa. Quiero comprender la sabiduría de tu camino de cruz, que es la destrucción de la muerte y el triunfo de la vida. Quiero, como Teresa de los Andes, "pasar contigo por todas las afrentas con alegría. Y si por mi flaqueza caigo, Jesús querido, te miraré en tu subida al Calvario y ayudada por Ti me levantaré. No permitas que te ofenda, ni aun levemente". Amén.
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