Una de las realidades más dolorosas que hemos vivido durante este tiempo de pandemia ha sido el no poder participar de los Sacramentos. El dolor y la angustia que experimentamos a causa de la enfermedad y la muerte de muchas personas conocidas, familiares y seres queridos se acrecienta cuando no podemos encontrar el consuelo que ordinariamente se obtiene en la participación de la Eucaristía, de la comunión del Cuerpo de Cristo, nuestra fortaleza.
Sin embargo, no podemos olvidar que Dios nunca se aleja de nosotros. A Santa Teresa de Jesús, por el contexto que le tocó vivir, no siempre le fue permitido recibir la comunión Eucarística. Por eso, ella invita a las personas que no pueden comulgar a vivir la comunión espiritual, que puede ser de gran provecho para nuestra alma:
Y cuando no comulgareis, hijas, y oyereis misa, podéis comulgar espiritualmente, que es de grandísimo provecho, y hacer lo mismo de recogeros después en vos, que es mucho lo que se imprime el amor así de este Señor (CP 35, 1).
La Santa, después de muchos años de experiencia mística, sabe que Dios tiene diversos caminos para llegar al alma y que a todos da según su capacidad y sus circunstancias. Por eso, propone la comunión espiritual como una posibilidad de grandísimo provecho para quienes no pueden acercarse a comulgar. Teresa sabe que Dios está presente en el alma que le desea y le ama amar. Pero, para descubrir ese misterio, es necesario disponerse con el recogimiento interior.
¿Qué es eso de recogerse en el interior?
En la comunión es Jesús mismo quien se hace presente y habita a la persona que le recibe. Es por esto que Teresa invita a vivir este momento con actitudes muy orantes y relacionales. Para vivir a profundidad el momento de la comunión ella nos da este consejo:
“acabando de recibir al Señor, pues tenéis la misma persona adelante, procurad cerrar los ojos del cuerpo y abrir los del alma y miraros al corazón” (CP 34, 12).
Esta misma actitud es la que debemos adoptar al recibir de forma espiritual al Señor. Desde el bautismo, todos estamos habitados por la Santísima Trinidad. Dios ya está dentro de nosotros. Comulgar espiritualmente implica tomar conciencia de esta verdad de fe con nuestro corazón y nuestra mente.
En muchos países aún seguimos con los templos cerrados a causa de la pandemia. La única forma de acercarse a la Eucaristía es a través de las transmisiones en los medios de comunicación. Sin embargo, debemos tener la convicción de que esta realidad no nos aleja de Dios. Él siempre está cerca, en nuestro interior.
Vivamos cada Eucaristía, presencial o transmitida, con la conciencia de que Dios habita nuestra alma y desea hacer ahí siempre su morada. Recojámonos en nuestro interior con Él, y veremos el gran provecho que hará a nuestra vida espiritual la comunión espiritual.
Para reflexionar:
¿Cómo has vivido las transmisiones de la Eucaristía?
¿Has experimentado realmente la presencia de Dios a través de estos medios?
Ha sido una experiencia nueva. Creo que me ha despertado la humildad y la fe que El habita desde siempre en mi. Aunque mi sed de recibirle sacramentalmente es grande.
Aunque en nuestro país algunos templos ya están abiertos con serios controles de bioseguridad en el sector donde vivo aun no, pero hago acompañamiento a través de las redes y hago comunión espiritual, pienso que mi casa es el arca de Noé, (no porque tenga muchos animales) que nos habla las sagradas escrituras y que debo esperar con paciencia y obediencia sin perder la fe hasta que la situación sea segura y poder salir
Buenas tardes, Yo pertenezco a la Comunidad Juan de la Cruz de Rectoría Santa Teresa, donde llevo 11 años de estar en la comunidad, en las lecturas que hemos tenido, he seguido la indicación de la Amada Madre,la comunión espiritual. Para mi hoy dia hago la comunión espiritual , en la Santa misa el dia domingo y trato de Estar vía las redes con la -Santa eucaristia todos los dias, para mi por el tipo de trabajo que realizo como profesional de la medicina, en la primera línea de la pandemia es lo que me ha mantenido firme en la fe.
Por la situación de pandemia en la que nos encontramos viviendo redescubrimos y profundizamos el valor de la comunión que nos une a todos como miembros de la iglesia.
Unidos a Cristo nunca estamos solos, formando un solo Cuerpo, es una unión que se alimenta de la oración, una plegaria en silencio orante, debe ser la conciencia de estar en comunión con Cristo y con los demás en la comunión Espiritual en la Eucaristía. Ser obedientes, quedarse en casa para cuidar a las otras personas y uno mismo.
Muchas gracias por recordarnos que aunque no le recibamos físicamente, El habita en mi alma y acompaña.