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La Caridad, un camino de Santidad

¡Lo que más te despierte a amar eso haced!

 

La Caridad

El Camino de Santidad, por el que estamos llamados a vivir desde nuestro nacimiento en la Iglesia debe estar marcado por las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, pero la mayor de todas es la caridad, Teresa de Jesús nos enseña que la caridad es el camino que nos conduce a la perfección cristiana y a la unión con Dios.

Ella nos deja unas líneas claras para este camino en caridad en el libro las Moradas…


Subir a las moradas que deseamos, no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho; y así lo que más os despertare a amar, eso haced. Quizá no sabemos qué es amar, y no me espantaré mucho; porque no está en el mayor gusto, sino en la mayor determinación de desear contentar en todo a Dios y procurar, en cuanto pudiéremos, no le ofender, y rogarle que vaya siempre adelante la honra y gloria de su Hijo y el aumento de la Iglesia Católica. Estas son las señales del amor, y no penséis que está la cosa en no pensar otra cosa, y que si os divertís un poco va todo perdido» [1]

Una regla de oro para todo el camino que debemos transitar es amar, es caridad, pero no un amor superficial ni mundano, ya nos advierte Teresa de Jesús que no se sorprendería que no sepamos amar, y nos da también detalles de cómo identificar el Amor verdadero, aquel que contente en todo a Dios y gloria de su Hijo y el aumento de la Iglesia Católica,  es el Amor divino que Cristo ha venido a enseñarnos con el que debemos Amar, por ello debemos primero sentirnos amados por Él, saber y sentir en nuestra mente, en nuestro corazón y hasta en la médula el Amor de Dios, por medio de Cristo, Él Padre nos ama tanto que entregó a su único hijo, [2] y tanto Amor tiene el Hijo, que por propia voluntad entrega su vida, "nadie me quita la vida, yo la entrego"[3].


En estos días de reflexión y oración te invito a contemplar la vida, muerte y resurrección de Cristo, desde tu propio interior, observando tu caminar, tu propia vida a la luz del Amor que Cristo nos tiene, este tiempo de gracia divina debe ser un termómetro para dimensionar nuestro amor, nuestra caridad, ¿Qué tanto amo al otro?, ¿he confesado mi falta de amor al otro o por lo menos he tomado conciencia de esa falta de amor?


Nuestro ego y orgullo nos imposibilitan a detenernos ante las grandes faltas de amor que vamos regando día a día, o peor aún, sólo repartimos un amor selectivo, a los que me caen bien o son cercanos, amo a los que me podrán ayudar en algún momento, siempre esperando una respuesta, un amor egoísta, muy lejano al amor del que nos habla Santa Teresa de Jesús, haciendo sólo lo que me gusta y no buscando lo que contenta a Dios.


Sólo basta salir un momento al tráfico caótico para perder la paciencia con el hermano, o escuchar en los medios de comunicación a los que van en contra de nuestra forma de pensar, es muy fácil identificar nuestras faltas de amor, con sólo poner un poco de atención en nuestro vivir.


La caridad es universal

No podemos conformarnos con ser "buenos" y "amar a los que me rodean", sino que debemos salir e ir más allá, amar al desconocido, ese amar que transforma al otro en hermano en Jesús, en compañero de camino, buscando maneras de generar cambios positivos en el lugar donde estamos, aquí nuevamente Santa Teresa de Jesús nos da palabras concretas: “Hacer eso poquito que está en mí”, pero aquí nacen otras preguntas, ¿Qué puedo hacer yo desde dónde estoy? ¿Qué es eso poquito que hay en mí?, quizás ¿me autoengaño y en realidad soy “tacaño” con lo poco que puedo dar o hacer por el hermano?


Nuestro mayor tesoro

Todos somos millonarios, tenemos un gran tesoro escondido en nuestro interior, es nuestro tiempo, nuestro ser, nuestra escucha empática, amable, amorosa, es la atención que brindo a los hermanos, incluso a los desconocidos.


Te planteo unas preguntas que nos ayudan a confrontar nuestro interior y nos mueven a amar más y mejor cada día:

  • ¿Dedico mi tiempo al servicio del templo?

  • ¿Dedico parte de mi tiempo a escuchar al otro?

  • ¿Tengo conciencia de atender con todos mis sentidos al que muestra tristeza o debilidad, al que es pequeño?

  • ¿Saludo al personal de limpieza, trabajadores y toda persona con la que me relaciono cada día? ¿Conozco sus nombres?

  • ¿Voy por la vida muy apurado, muy concentrado en el celular y las redes?,

  • Quizás mi "obra de caridad" se resume sólo en ¿entregar dinero a los demás, sin siquiera preocuparme realmente del otro?

Esta semana Santa debe ser un faro que nos lleve hasta Cristo, para que, configurados en Él, seamos Crucificados por amor con Él, para que digamos como San Pablo, “ya no vivo yo, sino que es Cristo que vive en mí” [4].

[1] 4Moradas 1,7

[2] Juan 3:16-18

[3] Juan 10:18

[4] Gálatas 2:20

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