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CONSEJO PROVINCIAL OCDS

FESTIVIDAD DE CELIA Y LUIS MARTIN - Amor familiar, alegria, humildad y entrega


Oración a los Esposos Martin

Dios de eterno amor, nos has dado en los esposos Luis y Celia Martín un hermoso ejemplo de santidad vivida en el matrimonio. Los dos conservaron su fe y su esperanza en medio de los trabajos y dificultades de la vida, y educaron a sus hijos para que llegaran a ser santos.


Te pedimos nos concedas vivir la vocación matrimonial como ellos y poder llevar al Cielo a

todas nuestras familias.


Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén


Memoria de Celia y Luis Martin

Estimada familia, en esta fecha especial hemos querido compartir con ustedes,  fragmentos de la correspondencia familiar de los Esposos Martin, donde podemos evidenciar el trato amoroso entre ellos, el cuidado por la formación cristiana de sus hijos, su buen humor y consejos a sus familiares, que son tan actuales para la vida de un Cristiano. 


Nada forma y educa más a los hijos que el ejemplo y la vida diaria de los Padres, tanto Celia como Luis, grandes devotos de la Virgen Maria, transmitieron este amor a sus hijas:

8 de Octubre de 1863,

 Querida amiga:

"…He tenido la dicho de comulgar en Nuestra Señora de las Victorias, que es como un paraíso en la tierra. También he encendido una vela por toda la familia.. Tu esposo y verdadero amigo que te ama para toda la vida".

Luis


Alencon 1 de Enero de 1863. A su hermano Isidoro

Querido Hermano:

"…Te lo pido por lo que más quieras querido Isidoro haz lo que él: reza, y así no te dejarás arrastrar por el torrente. Si sucumbes una vez, estás perdido. En este camino del mal, lo mismo que en el del bien,solo cuenta el primer paso: después, te arrastrara la corriente.


Si accedieras simplemente a hacer una cosa que te voy a decir y si quisieses dármela como regalo de año nuevo, me harías más feliz que si me enviases todo Paris. Es lo siguiente: Tú vives muy cerca de Nuestra Señora de las Victorias. Bueno, pues entra solo una vez al día y reza un Ave Maria, a la Santísima Virgen. Verás como te protege de manera especialísima,  y como hará que te salgan bien las cosas en este mundo para luego concederte una eternidad feliz. Esto que te estoy diciendo no es porque yo tenga una devoción exagerada y sin fundamento; Tengo motivo para tener confianza en la Santísima Virgen: he recibido de ella favores que solo yo conozco…"

Celia


Luis Martin

Luis Martin, un papá muy amoroso, que procuraba siempre lo mejor para sus hijas, sabiendo que de Dios eran y que hacia Él iban, podemos contemplar tal entrega en el siguiente fragmento de una carta dirigida a la familia Nogrix:

10 de Abril de 1888

"…Teresita, mi reinecita, entró ayer en el Carmelo…! Solo Dios puede exigir tal sacrificio, pero Él me ayuda con tanta fuerza que, en medio de mis lágrimas, mi corazón rebosa de Alegría".

Os quiere, Luis Martin


Luis vivía en agradecimiento constante a Dios, con mucha humildad y alegría al contemplar cómo Dios había obrado en su familia a lo largo de su vida, y es así que lo expresa con las siguientes palabras dirigidas a sus hijas en el Monasterio:

CF 231 A sus Hijas Carmelitas,1888

"Quiero deciros queridas hijas, que me siento obligado a dar gracias y a hacer que deis gracias a Dios, pues siento que nuestra familia aunque sea humilde tiene el honor de pertenecer al número de privilegiados de nuestro adorable creador".


Celia Martin

Celia es una Esposa, Madre y Hermana, que vivía en santidad con mucha alegría y buen humor:

14 de Julio de 1864. A su hermano:

"Tengo el retrato de papá y el tuyo sobre la chimenea; han salido estupendamente y sobre todo con gran parecido a vosotros.

Sin embargo, Paulina no te reconoce. Dice: este es el abuelo y el otro es un cura. Así es como te llama. Qué más quisiera yo! Daria gustosa toda mi herencia porque fueses un buen sacerdote, pero esto no ocurrirá nunca. En fin…, también se han visto grandes milagros, aunque como éste, no!"


A través de sus Cartas no solo aconseja a su hermano Isidoro en aquel momento, sino que al día de ahora deja una gran enseñanza a nuestra familia:

"Por lo visto, sigues pensando en la Srta. X. Creo que estás loco… Tengo una idea fija: Te romperás la crisma, tanto con esa como con las demás, porque solo te fijas en las cosas superficiales: en la hermosura, en la riqueza, y no te preocupas por las cualidades que constituyen la felicidad de un marido o por los defectos que le ocasionan la desolación o la ruina… Lo esencial es buscar una auténtica mujer de su casa, que no tenga miedo a mancharse las manos trabajando y que no le guste arreglarse más de lo debido y que sepa educar a sus hijos en el trabajo y en la piedad. Una mujer así te daría miedo, no es lo bastante brillante a los ojos del mundo…"


El amor a su esposo a lo largo de su Matrimonio fue algo que Celia le gustaba mucho manifestar, entre ellos las muestras de amor y cariño nunca hicieron falta como lo podemos notar en el siguiente fragmento de una carta:

"…Yo sigo siendo muy feliz a su lado, me hace la vida muy dulce. Mi marido es un santo, les deseo a todas las mujeres uno como él: esta es mi felicitación de año nuevo para ellas".


La confianza a Dios y en los santos en los momentos de tribulación de parte de Celia, es un valor que ella manifiesta y enseña con sus cartas; en los momentos más duros y difíciles para un Padre, ella nos enseña la forma de llevarlos con pleno desprendimiento y fe en Dios:

Marzo de 1873.

…Subí deprisa a mi habitación, me arrodillé a los pies de San José y le pedí la gracia de que la niña se curase, aunque resignándome a la voluntad de Dios si Él quería llevársela consigo. Yo no suelo llorar fácilmente, pero me corrían las lágrimas mientras hacía esa oración. No sabía si bajar o no… Al fin me decidí ¿y qué es lo que veo? La niña estaba mamando con todas sus ganas. Y no paró hasta la una de la tarde; rechazó algunos tragos más y calló como muerta sobre la nodriza.


Estábamos cinco a su alrededor. Todos nos quedamos sobrecogidos. Una de las obreras lloraba, yo sentía la sangre helada. La niña no parecía respirar. En vano nos inclinábamos sobre ella para tratar de descubrir una señal de vida: no se percibía nada. Pero estaba tan serena y tranquila, que yo daba gracias a Dios por haberle dado una muerte tan dulce.


Finalmente, pasado un cuarto de hora, mi Teresita abre los ojos y empieza a sonreír. A partir de ese momento, quedó completamente curada, le volvió la buena cara y la alegría, y desde entonces todo va superior.


Pero mi niñita se ha ido. Es muy triste haber criado a una hija durante dos meses y luego verte obligada a confiarla a unas manos extrañas. Lo único que me consuela es saber que Dios lo quiere así, porque yo hice todo lo que pude para criarla yo misma. Así que no tengo nada que reprocharme en ese sentido…


Feliz fiesta de los Santos Celia y Luis Martin


Flor de Maria y Héctor Ayala OCDS

Comunidad Stella Maris, El Salvador



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