En Cuaresma entremos a nuestro Castillo Interior
- María Gloria
- 28 mar
- 7 Min. de lectura
Un Paseo por las Moradas de Santa Teresa:
Durante este tiempo litúrgico, la oración y la reflexión ocupan un espacio importante en nuestra vida, porque deseamos vivir con mayor profundidad el misterio de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Teresa, con su experiencia, nos enseña que estos espacios son la riqueza que se nos regala, cuando nosotros hacemos un esfuerzo personal o comunitario, con el fin de profundizar en estos misterios.

Acabamos de celebrar la Anunciación del ángel Gabriel a María, donde el Verbo se encarna en nuestra humanidad. Desde una mirada histórica, basada en nuestra fe personal, podemos decir que ese día en Nazaret, todos los hombres y mujeres, del pasado, del presente y del futuro, hemos sido invitados a hacer resplandecer la belleza que somos como seres humanos.

Además hoy 28 de marzo, celebramos el nacimiento de Santa Teresa, hace ya quinientos diez años.
En acción de gracias al Señor por esta gran santa de la Iglesia católica, reflexionemos sobre las moradas del alma, y con una actitud de estupor, maravillémonos de esta verdad que nos caracteriza como seres humanos.
Santa Teresa con su libro, el Castillo Interior, nos confirma en esta gran verdad, diciéndonos que somos un paraíso, donde Dios habita y tiene sus deleites. ¿Dónde está ese paraíso?
Nuestro Castillo Interior
Ese paraíso del que habla Teresa es nuestra interioridad, para entrar solo hace falta ponerse en una actitud de oración, es decir, desear el encuentro con Dios en el silencio y la soledad. La puerta para entrar a este paraíso es la oración, después es muy necesario el autoconocimiento personal y un gran esfuerzo en la lucha con nuestros sentidos y potencias naturales. Ahí dentro, en nuestra alma hay muchos aposentos, "así como en el cielo hay muchas moradas", (1ª M 1,1) "que no consideren pocas piezas, sino un millón". (1ª M 2,12)
Las primeras moradas del alma, que son muchas, "un millón" dice Teresa, nos presentan esas coberturas que rodean la morada principal, donde está el Rey, quien nos habita, porque hemos sido creados a su imagen y semejanza. Teresa en su libro describe estas coberturas con signos, (los alcaides, mayordomos y maestresalas) para diferenciar el estado del alma en el proceso de avanzar hacia el encuentro con Dios. Sabemos que el Castillo Interior de Teresa está dividido en siete Moradas, pero veamos sin prisas, el proceso inicial de Teresa. ¿Por que escribe este libro? ¿Dónde está? ¿ Cómo se encuentra?
Hermosura y dignidad de nuestra alma
Santa Teresa se encuentra en Toledo cuando escribe las Moradas, su salud está resentida, el espíritu con que escribe es el anonimato, la sobriedad y discreción. El libro de las Moradas es una nueva versión del libro de la Vida, donde integra sus experiencias del último decenio de su vida.
Habían pasado doce años de escribir "Vida", que en esa fecha se encuentra en la Inquisición. Estamos en mayo de 1577, a principio de año comienza a sentir unos dolores de cabeza que importunan su tarea como escritora. En mayo se encuentra con el Padre Gracián, y hablando de Vida, sobre un punto que salió en la conversación, Gracián le ordena escribir aquello que está muy bien expresado en Vida, libro del que está impedida de leer. "Haga memoria de lo que se acordare, y de otras cosas, y escriba otro libro, y diga la doctrina en común, sin que nombre a quien le haya sucedido". (Castillo Interior-Introducción)
Teresa se encontraba recluida por mandato de sus superiores, (reclusión impuesta por el capítulo general de la Orden), y el Padre Gracián iba de camino a Madrid, llamado por el nuncio Ormaneto.

Ella lo dice en el libro; no tiene ganas de escribir, y la cabeza con unos ruidos y una flaqueza tan grande... Pero da inicio a esta obra en la fiesta de la Santísima Trinidad, que ese año fue el 2 de junio. Escribió el prólogo al día siguiente, comienza diciendo que pocas cosas le ha mandado la obediencia que se le haya hecho tan dificultoso. Pero esta mujer, como sabemos poseía un carácter y fuerza interior capaces de lo verdaderamente imposible.
Las primera Moradas, escritas solo en quince días, y Teresa con 62 años de vida, una salud muy quebrantada; son una verdadera hazaña que nos da las claves para entender la belleza de ser personas. La motivación que la anima son sus monjas, que necesitan dar luz a sus dudas sobre la oración, "iré hablando con ellas", dice Teresa, "si alguna se aprovechare de lo que escribo, mucha merced me hará el Señor".
Nosotros sabemos que es su humildad lo que provoca estas frases de la santa, pues, vaya obra que nos ha dejado, y cuánto bien ha hecho a través del tiempo, en tantas personas que hacen suyas sus experiencias.
¿Qué son las Moradas de Teresa? Son esos espacios de su castillo interior, dividido en siete moradas, que cuando las leemos nos dejan ese deseo de continuar nosotros escribiendo las nuestras.
En estas primera moradas Teresa trata de la hermosura y dignidad de ser personas, "considerar nuestra alma como un castillo, todo de un diamante o puro cristal. En este Castillo hay muchos aposentos". Y ya sabemos que se inspiró en San Juan, cuando habla de las muchas moradas que hay en el cielo, la casa del Padre, donde hay un lugar para todos. (Jn. 14,2) Luego cita el libro de los Proverbios, para decir que el alma del justo es un paraíso, donde Dios tiene sus deleites. (Prov. 8)
Teresa es una mujer de certezas; "si esto es como es, no hay para que cansarnos en intentar comprender la belleza de nuestra alma, la hermosura de este castillo, puesto que hay la diferencia de él a Dios, que del Criador a su criatura". Es una lástima y profunda pena si no comprendemos esta maravilla, lo que somos. Cabe aquí preguntarse: ¿Quién soy? ¿Cómo soy? ¿De dónde vengo? Es como si me preguntarán quienes son mis padres y dónde nací, y no se responder.
¿Por qué un castillo?
Santa Teresa nació y creció en Ávila, una ciudad que posee una cerca militar románica, que rodea el casco antiguo, es un recinto amurallado de la etapa medieval mejor conservado de España. En estas murallas hay 2.500 almenas, unos salientes verticales y rectangulares dispuestos en intervalos regulares. Estas almenas coronan los muros perimetrales de castillos y funcionan también como defensa pasiva de un recinto.
La enciclopedia Wikipedia menciona los palacios existentes dentro de estas murallas: Palacio de los Abrantes y Palacio de Navamorcuende; actual obispado de Ávila.
Con todas estas premisas podemos comprender el signo del Castillo que utiliza Teresa al escribir las Moradas.
Primeras Moradas
Consideremos nuestra alma "como un castillo todo de un diamante o puro cristal. En este Castillo hay muchos aposentos, como en el cielo hay muchas moradas". Entremos en este castillo, "el alma del justo no es sino un paraíso", "el deleite de Dios está con sus hijos e hijas". (Prov. 8, 31)
Y dice la santa; "todo se nos va en la grosería del engaste, o cerca de este castillo, que son estos cuerpos. La forma de entrar.. parece desatino, "cómo se puede entrar cuando ya se está dentro... Va mucho de estar a estar". La puerta de entrada es la oración.
Hay muchas almas que están en la ronda del castillo. Ronda se puede considerar como esos soldados que están como vigilantes del castillo. A estos no se les da nada por entrar, ni les importa lo que hay dentro. En los libros que Teresa leía se les recomendaba a las personas entrar dentro de sí al comenzar la oración, es entonces cuando comienza todo un movimiento interior, que en las primeras moradas, ella lo explica con el signo de las sabandijas y culebras, las gentes que viven en esos aposentos. (Referencia a los sentidos)
Las almas sin oración, dice, son como un tullido que no puede caminar, no puede mandar a sus pies moverse, o como ese soldado vigía que nada le importa lo que hay dentro y ha cogido la costumbre de estar con las sabandijas de fuera.
La Morada Principal
En esta alegoría del castillo, santa Teresa habla de aquellas moradas que están en lo alto, otras en lo bajo, y una morada principal, donde está el Rey. Esta Morada es el centro, y desde ahí se irradia una luz, el "sol resplandeciente que no pierde su resplandor y hermosura que siempre está dentro de ella, y cosa no puede quitar su hermosura".
En el capítulo dos comienza a hablar del pecado, la tiniebla tenebrosa que afea al alma, y lo hace hablando de sí misma indirectamente: "Yo sé de una persona..." Es que Dios le ha dado a entender como pierde su belleza cuando cae, y experimentó la necesidad que sus hijas lo entendiesen, y así nos regala a nosotros el deseo de hacer un trabajo personal, para evitar perder esa belleza interior y rezar por los que la han perdido.
En esta comparación de la fuente y el sol resplandeciente utiliza otro signo; el cristal cubierto con un paño negro, aunque el sol dé en él, la claridad del sol no hace su operación. He aquí nuestras luchas; que no exista un paño negro que impida la obra de Dios. Ser dóciles a su acción por medio del Espíritu Santo. ¿No puedo hacer contigo Israel, lo mismo que hace este alfarero con su barro? (Jer. 18, 6)
Con ese paño negro Santa Teresa se refiere al pecado, si el cristal está frente al sol y lo tapas, no le permites al sol entrar con su luz y claridad. Ella nos dice que nuestra alma es "como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal". El sol está dentro y fuera, estamos habitados por Dios, y lo podemos ver en todo nuestro entorno, la creación, el bien, los hermanos y hermanas que nos rodean.
Nuestro trabajo personal y espiritual está en ese esfuerzo que hacemos cada día para vivir la santidad a la que estamos llamados. Teresa habla de todas esa criaturas que llegan con la oscuridad al interior del cristal, ella lo interpreta como los sentidos que alejan esa gracia que hace posible la vida del alma. Nuestra vida sostenida por la fuente de la vida que aquí compara con un árbol, y el sol que da su luz para que ese árbol crezca.
Hace Teresa otra comparación; que imaginemos el centro de este castillo como un palmito, que para llegar a lo que es de comer, tiene muchas coberturas que todo lo sabroso cercan. El palmito es la morada principal, y alrededor están esas coberturas que atraen, pero lo verdaderamente sabroso; la plenitud, anchura y grandeza del ser que está al fondo, en la morada principal, es el sol del amor en constante comunicación en este palacio.
Nuestra Madre Teresa nos hace hoy la invitación a entrar en nuestro Castillo Interior, el tiempo de Cuaresma es propicio para hacerlo con una mayor fuerza. Dediquemos cada día un momento a mirar nuestra interioridad, ese palacio donde está el Rey, y poco a poco esa luz que irradia nuestra existencia nos transformará, "porque las cosas del alma, siempre se han de considerar con plenitud y anchura y grandeza, pues no le levantan nada, que capaz es de mucho más que podremos considerar, y a todas partes de ella se comunica este sol que está en este palacio". ( 1ª M 2,8)
Referencias:
Moradas Primeras, capítulos 1 y 2- Obras Completas, 15ª Edición
Gracias Fray Berny por compartir las Moradas del Castillo Interior.La Santa Madre Teresa de Jesús nos ayudará a ver nuestro Interior.
Qué hermoso volver a ver los resúmenes del libro de Las Moradas donde los que hemos tenido la bendición de estudiarlo, hemos visto y aprendido a orar , como enseña Santa Teresa de Ávila, la oración de quietud, de meditación,en sus diferentes pasos y etapas . Nos muestra la llave para entrar a ese castillo de oro que es la Vida Eterna .
Las diferentes moradas están dentro de nosotros mismos y que tenemos que ir pasando desde la primera, hasta llegar a la última, y, cómo conseguimos llegar ? A treves de la oración, con nuestro testimonio de vida, siendo humildes, caritativos, misericordiosos, amorosos...Que llevemos una vida parecida a la de Jesús ...