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Manuel Solórzano

Los propósitos o el propósito para 2022

Justo ahora que finalizamos el año, ya comienzan a aparecer en redes sociales cómo hacer los propósitos para el año 2022, cuáles son las mejores formas para realizarlos, cómo cumplirlos, etc. Y se comienzan a compartir, a pensar, a escribir los propósitos que deseamos cumplir, realizar en el nuevo año.


Leyendo sobre los propósitos, me encontré con la palabra Ikagi que es un concepto de la cultura japonesa que significa “la razón de vivir” o “la razón de ser”, según el cual al encontrar el propio ikagi, éste trae consigo la satisfacción y el sentido de la vida.


Nosotros como católicos tenemos un fin al cual llegar, un sentido de vida, aquello que nos tendría que mover a ser: “«Sed santos, porque yo soy santo»”[1]. La santidad puesta en el sentido de ser otro Cristo en la tierra, ese debería ser nuestro ikagi, esa llamada que cada uno de nosotros tenemos desde antes de nacer, porque Él nos ha pensado desde siempre[2], y este pensamiento no es para una multitud, es un pensamiento personal, un pensamiento que nos hace únicos, “Dios me pensó” y eso me debería mover hacía Él.


Pero ¿Cómo vamos hacia la santidad? ¿Cómo alcanzarla? Santa Isabel de la Trinidad en una carta dirigida a la Madre María de Jesús, le escribe: “Pídale que no viva yo, sino que Él viva en mi (Gal 2,20), que «la Unidad» se consume cada día más, que quede yo siembre bajo la gran visión. Me parece que está en ello el secreto de la santidad, y ¡es tan sencillo![3], ese ser visto no es otra cosa que ser conscientes que Dios esta y que desde mi realidad debo, debemos buscar la santidad.


Escribe el Papa Francisco que “Para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o religiosos. Muchas veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada solo a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias, para dedicar mucho tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra. ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales.[4].


Todos los propósitos de año nuevo que escribamos, nos propongamos, etc. se encuentra dentro de este “propósito” de vida: buscar la santidad. Ese es nuestro ikagi.

[1] Lv 11,45; cf. 1 P 1,16 [2] Jr. 1, 5 [3] C 107 [4] Papa Francisco, Exhortación Apostólica Gautdete et exsultate, 14





 

¿Es la santidad tu propósito de vida?

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