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Foto del escritorBerny Ulate

El ejercicio de amor en san Juan de la Cruz

Cuando san Juan de la Cruz inicia el comentario a su poesía del Cántico Espiritual afirma que se trata de la "declaración de las canciones que tratan del ejercicio de amor entre el alma y el esposo Cristo". Este epígrafe de uno de los escritos más bello en toda la tradición mística de la Iglesia y de toda la humanidad, puede ayudarnos a comprender hoy el misterio de la vida de este gran santo y, a la vez, todo el misterio de nuestra experiencia de vida cristiana.


El amor como inicio de la vida Cristiana


Para san Juan de la Cruz, el amor es el inicio del itinerario espiritual. Es un amor que brota de Dios. No podría ser de otra forma, es que ¡Dios mismo es amor! Es un amor que se desborda al punto de salir de sí mismo de la forma más creativa posible, un amor que se abre camino en el vientre de María para llegar a ser uno con la humanidad, así como ya es Uno en la trinidad.

Ser cristiano -ser espiritual- es dejarse permear por el amor. Dejarse permear por Dios que, en Cristo, se ha dejado permear por la humanidad. San Juan de la Cruz, lo sabe bien:


"En los amores perfectos esta ley se requería:

que se haga semejante el amante a quien quería; que la mayor semejanza más deleite contenía"


El amor como meta


Pocas personas en la historia han hablado de la meta cristiana como lo ha hecho nuestro santo. La persona, nace del amor, vive para el amor y su meta es el amor: "para este FIN DE AMOR fuimos criados" . Nuestro fin es el amor. De este modo se comprende el vacío que brota en tantos corazones solos de nuestra sociedad individualista. Una persona que no ama o, al menos, que no tiene la esperanza de encontrar amor, es una persona enferma, vacía, sin una meta. El amor nos da un rumbo, orienta nuestra vida y da sentido a cada una de nuestras decisiones.


La clásica frase del santo: "a la tarde te examinarán en el amor" tiene esta connotación. No se trata de un juicio al final de la vida para entrar al cielo. Se trata del examen constante de la vida. Una vida que exige la realidad del amor para cobrar sentido. Amor que es don, entrega total y desinteresada. Alegría y esperanza, es vida compartida. Un amor que es vida de nuestras vidas.


Ejercicio de amor


Finalmente, este gran santo nos recuerda que el amor es también tarea. Es ejercicio. Necesitamos aprender a "amar como Dios quiere ser amado" . El amor es un ejercicio, es una virtud. Se puede fortalecer y debilitar. Como una virtud debe ser cultivada y aprendida, ejercitada en el día a día, con la constancia del encuentro con quien necesita de nuestra presencia, con la perseverancia de la oración como fuente, con la profunda meditación de la vida de Jesús, nuestro maestro en el camino del amor, con la atenta escucha al Espíritu, amor encarnado en nuestro corazones.


El problema es que si nuestro amor no crece día a día, probablemente está decreciendo. El amor siempre es más... tiene alcances infinitos. El amor verdadero es atrevido, creativo y valiente. Busca siempre, como el alma enamora del Cántico Espiritual a su amado:


Buscando mis amores,

iré por esos montes y riberas;

ni cogeré las flores,

ni temeré las fieras,

y pasaré los fuertes y fronteras.


 

Hoy celebramos a este gran santo. Ojalá también descubramos, como él, que la vida cristiana es un ejercicio de amor.


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