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María Gloria Rubio. OCD

El Camino de oración 2.- La Oración Contemplativa

Actualizado: 11 sept 2022


Para mí escribir sobre oración contemplativa, sólo es posible, desde el ejemplo de quien nos dejó las más bellas páginas de una experiencia única e irrepetible de unión con Dios, en la historia de la Iglesia en occidente. Es el ejemplo de mi madre fundadora, Teresa de Jesús (de Ávila).


Desde el año 1588, cuando Fray Luis de León editó por primera vez, parte de las Obras de Madre Teresa, son muchas las publicaciones en el transcurso del tiempo, y las traducciones a diversos idiomas las han extendido por todo el mundo.


Me voy a centrar en el libro de la "Vida", principalmente en los capítulos 10 al 22, donde ella se explaya en un tratadillo doctrinal; "su experiencia de oración personal", al principio, en un intento fallido, porque lo que vive interiormente, es imposible plasmar en un relato de vocablos profanos. Esta es la razón que le lleva a elegir el signo del "agua", como recurso expositivo para explicar el proceso, en el que ella tardó 17 años analizar, comprender y expresar de forma simple, de manera que todos podamos conocer.


El camino de la oración tiene unos pasos, que Santa Teresa en su libro de la "Vida", llama "grados", lo hace en el lenguaje del Espíritu, y en la sencillez de quien quiere contarnos lo que vive en su relación con Dios, y "no sabe letras, como yo". (V. 11,6)


El que comienza a hacer oración, ha de "hacer un huerto, para que se deleite el Señor", dice Teresa, en "tierra muy infructuosa, que lleva muy malas hierbas", y en la andadura de la vida, permitir que allí crezcan flores y árboles que den mucho fruto. Yo entiendo que el huerto es la oración, y la "tierra infructuosa", de "malas hierbas", es el alma del principiante. Las plantas, flores y árboles son los frutos que alaban al Creador, entre ellos; las virtudes que embellecen a la persona.


Pues hagamos cuenta que está ya hecho esto cuando se determine a tener oración un alma y lo ha comenzado a usar. Y con ayuda de Dios hemos de procurar, como buenos hortelanos, que crezcan estas plantas y tener cuidado de regarlas para que no se pierdan, sino que vengan a echar flores que den de sí gran olor para dar recreación a este Señor nuestro, y así se venga a deleitar muchas veces a esta huerta y a holgarse entre tantas virtudes. (V. 11,6)



¿Qué es la oración contemplativa?


Quiero contestar esta pregunta con las palabras de una carmelita descalza ya fallecida, llamada Cristina Kaufmann:


"La oración contemplativa está basada en una relación de amistad con Dios. Para llegar a ese nivel en el trato de amistad con el Señor, debemos pasar por la experiencia del amor interpersonal, que está propiciado por una sana vida afectiva.

Nuestra vivencia del amor interpersonal se tiene que desplegar en todos los niveles, para que pueda haber un encuentro amoroso con Dios.

La amistad con Dios no es posible si no hay una capacidad para la amistad entre las personas. La contemplación es amor, la oración solo se puede entender en clave de amor, de relación, de entrega y de unión de la voluntad con Dios. Y es Jesús quien nos revela este amor, con su encarnación, vida, muerte y resurrección.

La suma expresión del amor humano la vemos en Jesús, en Él debemos mirarnos cada día, y el Evangelio es el cristal que nos permite verlo."



CUATRO GRADOS DE LA ORACIÓN


Santa Teresa explica cuatro grados de oración, que el Señor en su bondad ha puesto en su alma. Ella intenta enseñarnos la manera como regar el huerto, el trabajo que nos va a costar, la ayuda que recibimos de Dios en las formas de regar, y aplicación de estas cuatro aguas en esa interioridad personal.


Para entender lo que ella quiere decir, viendo en el agua la gracia del Altísimo, vamos a intentar mirar el corazón, allí, sentimos una llamada poderosa a la vida. Vamos a salir de nuestra rutina, del ruido que nos impide escuchar a Dios, y buscar la verdad, esa verdad que es el amor de Jesucristo resucitado, en la vivencia de un encuentro personal con Él, desde la confianza que debe existir ya en el alma, y el inmenso amor, que es motivación para emprender esta tarea, que trae consigo todos los bienes.


Veamos ahora, las cuatro maneras de regar este huerto:

  • Sacar agua del pozo, con gran trabajo: Es de los que comienzan a tener oración. Se cansan en recoger los sentidos. Necesitan hacer silencio de todo lo que distrae en el momento de la oración, como pensamientos, sentimientos, preocupaciones. "Tapaos los ojos de pensar", dice la Santa. Es un trabajo difícil hacer silencio interior. El silencio exterior ya está dado, considerando que es imposible la oración cuando no hay silencio físico. En este primer grado, la persona sabe que Dios la ama, y solo quiere amarle.



  • Con noria y arcaduces, que se saca con un torno: Es el modo aplicado a la oración de quietud, lo que la Santa llama "gustos de Dios". Esta es agua de grandes bienes y mercedes que da el Señor. Hace crecer las virtudes, sin comparación con la oración pasada, "porque se va ya esta alma subiendo de su miseria, y dásele ya un poco de noticia de los gustos de la gloria" (V. 14,5). Santa Teresa habla de, "llevarme el Señor con regalos", se refiere a la acepción de gracias místicas en el segundo grado de oración.



  • De un río o arroyo, esto se riega muy mejor, que queda más harta la tierra de agua: En esta tercera agua, "quiere el Señor ayudar al hortelano de manera que casi Él es el hortelano y el que lo hace todo"(...) "es un morir del todo a todas las cosas de este mundo y estar gozando de Dios"(...) "una celestial locura, adonde se desprende la verdadera sabiduría, y es deleitosísima manera de gozar el alma". (V. 16,1)



  • Con llover mucho, que lo riega el Señor sin trabajo ninguno nuestro: En este cuarto grado de oración ya no hay sentir, "sino gozar sin entender lo que se goza" (V. 18,1). es un alto estado de unión con Dios que se puede alcanzar en la tierra. Es lo inefable, el alma no es capaz de comunicar lo que vive. Los santos, cuando han llegado a este estado, solo desean morir, para ir a gozar eternamente las delicias de la presencia de Dios.



EL PROCESO DE TERESA


Teresa nos transmitió a los hijos del Carmelo su propia experiencia. El libro de la "Vida" es su biografía introspectiva. Ella necesitaba entender y analizar su interioridad.

La mujer en ese tiempo, no tenía derecho a realizar estudios teológicos, esa es la razón por qué dice de sí misma, "este lenguaje de espíritu es tan malo de declarar a los que no saben letras". (V. 11,6). Esto le hizo recurrir a teólogos que le ayudarán a discernir. Le ordenaron poner por escrito sus vivencias. Así surge el libro de la Vida, Moradas del Castillo interior, las Relaciones y otros.

Sin duda que Teresa, cuando comenzó a escribir el libro de la Vida, a sus 47 años, había superado la barrera de lo inefable místico. Con humildad reconoce sus miserias y es capaz de percibir el actuar de Dios en su vida.

Ella había vivido una conversión ante una imagen de Cristo muy llagado, a los 39 años. Después de esto se decide a dejar todo aquello que la separaba de su Dios: amistades, pasatiempos del mundo, honores y honras.

Dice que pasó muchos años en estos trabajos, de sacar el agua del pozo.

Sé que son grandísimos y me parece es menester más ánimo que para otros muchos trabajos del mundo. Mas he visto claro que no deja Dios sin gran premio, aun en esta vida; porque es así, cierto que una hora de las que el Señor me ha dado de gusto de Sí después acá, me parece quedan pagadas todas las congojas que en sustentarme en la oración mucho tiempo pasé. (V. 11,11)

Pone el Señor después en ella grandes tesoros, pero antes, "tormentos y otras muchas tentaciones, para probar a su amada, y saber si podrá beber el cáliz y ayudarle a llevar la cruz."

Para bien nuestro nos quiere el Señor llevar por este camino, para que entendamos bien lo poco que somos. Porque son de tan gran dignidad las mercedes, el tan alto grado de oración de unión, "dos cosas divisas hacerse una".

No me voy a extender demasiado en el proceso de Teresa, quiero intentar hacer mía su experiencia, y también querido lector, que tu puedas comprender que estás llamado a vivir como ella, el encuentro con Dios en la soledad y el silencio, y en el itinerario sencillo de tu vida, donde quiera que se desarrolle.



MI PROCESO... TU PROCESO


Todos estamos llamados a la oración contemplativa, es una experiencia que merece la pena vivir, es abrirnos a nuestro mundo interior poblado de misterios, y que pueda ser hoy, también, vivido desde la fascinación de la "Presencia de Dios".

La oración contemplativa es un acto de amor, es encuentro, es ir a la soledad para llegar a ese lugar habitado por el amor, donde el alma se ordena, pacifica, y goza de esa presencia, es diálogo de profunda amistad.

Es una experiencia íntima y muy personal, que presupone un largo tiempo de oración mental, que se transforma en hábito.

La Santa cuando comienza a explicar los grados de la oración, tiene claro que aquellas personas que no han vivido ninguna experiencia de encuentro con Dios, no podrán entender lo que intenta decir.


¿Cómo podemos vivir el encuentro con Dios en la oración?


  • Lo primero que siente una persona cuando descubre la presencia de Dios en su corazón, es un arrepentimiento profundo de sus pecados.

  • Después una determinada determinación de servir a Dios, amarlo con todas las fuerzas de su alma.

  • Luego es necesario despertar el deseo del "encuentro" en el corazón, disponerse a hacer oración todos los días, en un lugar adecuado, el silencio exterior es fundamental.

  • Al principio oración mental, ejercicio discursivo que puede estar basado en el Evangelio, haciendo composición de lugar. "Han de procurar tratar de la vida de Cristo, y cánsase el entendimiento en esto". (V. 10,9)

  • Después dejar un momento de total silencio de palabras, pensamientos, recuerdos, juicios, límites, cansancios. Silencio de todo, atreverse a caminar por el lugar del silencio en el alma, sin resistencia.

  • Cuando ya es necesario hacer ese silencio, difícil de realizar, porque hace falta desviar la mirada, que está inserta en todo lo que nos rodea, es entonces cuando entramos en el campo de la contemplación.

  • Contemplar es, solo mirar... admirar...sin palabras... ni ideas. Mirarle porque le amas y sabes que te ama.

  • Cuando estamos en este paso de la oración, el Señor recoge en nosotros las potencias del alma; memoria, entendimiento y voluntad, ya nada de lo exterior nos importa. No hay distracción, solo amar y dejarte amar.


¿Qué antecede a la contemplación?



Para llegar a la oración de contemplación, es necesario haber pasado por el primer grado de oración, donde con gran trabajo sacamos el agua del pozo, con esfuerzo evitamos las distracciones. Se presenta la sequedad, disgusto, mala gana. Uno sabe que quiere agradar al Señor, y no perder lo que ha ganado; los tiempos diarios de oración.

Aparece el cansancio, a veces aburrimiento. Pero en el fondo del corazón hay una certeza que nada ni nadie puede borrar. Hay alegría y consuelo por la grandísima merced de poder trabajar como buenos hortelanos para tan gran Emperador.


Entonces ya tengo muy claro que la primera forma de regar mi huerto, es ese espacio diario de encuentro con Dios.

Como dice nuestro hermano en el artículo anterior, sobre la oración de meditación, es la búsqueda y deseo del Dios de Jesús, armonizándonos y encontrando la paz interior. Para los principiantes hace falta un trabajo de desprendimiento de sí y los demás, para que el protagonista pueda ser el Señor.



Perseverancia



En Teresa vemos su humildad, virtud que es esencial en la oración, ella se reconoce ruin, y muladar tan sucio y de mal olor, donde el Señor ha hecho un huerto de tan suaves flores. Plega a su Majestad que por mi culpa no las torne yo a arrancar y se torne a ser lo que era. (V. 10, 9).

La perseverancia es una actitud que debe fluir como los grandes deseos que animan la vida, que no torne a ser lo que era. Voy descubriendo el gran bien que hace a mi alma, hacer que crezcan estas plantas y flores, que son las virtudes.

Nunca dejar la oración, ni agobiarse por la sequedad del alma.

...que importa mucho que de sequedades ni de inquietud y distraimiento en los pensamientos nadie se apriete ni aflija. Si quiere ganar libertad de espíritu y no andar siempre atribulado, comience a no se espantar de la cruz, y verá como se la ayuda también a llevar el Señor y con el contento que anda y el provecho que saca de todo. Porque ya se ve, que si el pozo no mana, que nosotros no podemos poner el agua. Verdad es que no hemos de estar descuidados para que, cuando la haya, sacarla, porque entones ya quiere Dios por este medio, multiplicar las virtudes. (V. 11,17)

Conclusión


Querido amigo(a) lector, con gusto comparto este trabajo, con el gran deseo en mi corazón, de despertar en ti la motivación para vivir el encuentro con Dios en la oración contemplativa.

La oración nos permite mirar la realidad de una manera diferente, todo lo que vivimos tiende a ser más transparente.

Contemplar es, "mirar amando" a Dios, y todo lo que Él es. Que el amor sea el itinerario de tu ser persona creyente, porque Dios es el Dios del amor. Este amor pasa por tu corazón, y por el corazón del que vive a tu lado; familia, amigos, compañeros de trabajo, de estudios, vecinos.

Si eres una persona que hace oración, el amor de Dios enciende una llama que se queda prendida en la realidad de vives. Y nada se queda como está, comienza una transformación en ti, y en todo tu entorno, para el bien.

Y la cruz que está presente en todo tiempo y espacio, inevitablemente te regala el gozo de la Resurrección de Cristo.

Y como dice Teresa, " Ya se abren las flores, ya comienzan a dar olor. Aquí querría el alma que todos la viesen y entendiesen su gloria para alabanzas de Dios, y que la ayudasen a ella, y darle parte de su gozo, porque no puede tanto gozar." (V. 16,3)


El siguiente paso, es la oración de unión, que en una próxima entrega en este ciclo del camino de la oración, compartiremos con gusto, haciendo crecer así, el Reino de Dios en nuestra tierra.


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Gracias por tan claro y preciso escrito sobre la oración de contemplación, sobretodo que consigue su finalidad: sí me anima a seguir el camino de la oración poniéndome en manos del Señor para que el riegue y transforme mi huerto.

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