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Manuel Solórzano

El deseo de una madre

Después de una cena de pizzas le preguntaba a mi mejor amiga: ¿Qué significa para vos la Virgen del Carmen? Hacer una distinción entre las diferentes advocaciones marianas no es algo extraño, pues estos son nombres que derivan de atributos que se refieren a Nuestra Señora en las Sagradas Escrituras o en la veneración popular, que cambian de región en región.


Mucho hemos escuchado de la Virgen del Carmen, la nubecilla del antiguo testamento, la entrega del escapulario a san Simón Stock, la promesa del sábado posterior a la muerte, etc. Podemos decir que cada una de estas y otras historias es el deseo que tiene como Madre de llevarnos a Dios.


Este deseo lo podríamos ver explicado y ligado al Carmelo en una alocución del Papa Benedicto XVI en la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, en el año 2006: «Los carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la bienaventurada Virgen del Monte Carmelo, indicándola como modelo de oración, de contemplación y de entrega a Dios.


» En efecto, María, fue la primera que creyó y experimentó, de modo insuperable, que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la cumbre del encuentro del hombre con Dios. Acogiendo plenamente su Palabra, "llegó felizmente al santo monte" (cf. Oración colecta de la Memoria), y vive para siempre, en alma y cuerpo, con el Señor.»[1] siendo ella para siempre el “modelo perfecto del discípulo del Señor”[2].


Con lo cual nos enfrentamos a la pregunta: ¿Cómo podemos hacer para llegar al encuentro de unión con Dios? Fray Berny, en el módulo tres del curso sobre San Juan de la Cruz[3] nos hacía referencia a dos cosas fundamentales, la primera, «lo que nos une a Dios es el amor. El amor se vive como llama ardiente en nuestro corazón por deseos de entregarnos a Él en la oración y en la intimidad del silencio. El amor se vive también como caridad desbordante al servicio del hermano que sufre» y el segundo, «la unión se vive a la medida de cada uno y Dios tiene un camino diferente para cada uno. Él es tan original y auténtico que no repite la fórmula con nadie». Por tanto, nos encontramos ante un camino de vida propio, un horizonte que se nos abre en el cual siempre estaremos acompañados.


San Oscar Romero en una homilía hablando sobre el escapulario en una misa en el año 1977, nos hace reflexionar sobre la parte que nos corresponde hacer “hoy”, «siempre desde niños, aprendimos también una cosa, y es lo que yo quiero inculcar hermanos, en esta mañana, sobre todo: que no es cuestión de que la Virgen se comprometa a salvarnos sin el esfuerzo de esta tierra. Hablando del privilegio sabatino se decía que cada uno guarde castidad según su estado de vida, y en la castidad quisiera comprender yo todos los deberes temporales, toda la moral, todo aquello que Dios nos manda y nos aconseja. De ahí, que, si el santo escapulario es un mensaje de la eternidad, un mensaje de lo escatológico, del más allá; el escapulario también es un mensaje del más acá, el escapulario es también un reclamo de esta tierra, del cumplimiento de los deberes en este mundo; y todo es lo que la Iglesia está acentuando en esta hora. Y cuando la Iglesia reclama una sociedad más justa, unas riquezas mejor distribuidas, una política más respetuosa de los derechos humanos, la Iglesia no se está metiendo en política, ni se está haciendo marxista-comunista. La Iglesia está diciéndoles a los hombres lo mismo que el escapulario: sólo se salvará aquel que sepa manejar las cosas de la tierra con el corazón de Dios[4].


Quien me llevó a Jesús, fue la respuesta de mi mejor amiga. El deseo de Nuestra Señora siempre será acercarnos a su Hijo, y como lo dice nuestro padre general en su carta por la festividad de la Virgen del Carmen 2022, “la vida mariana del Carmelo es un desafío constante a vivir la experiencia en camino de María que se deja en cada paso conmover e iluminar por ese Dios que se le ha hecho entrañas y la lleva donde no sabe, dejándose Él mismo llevar por ella en su paso tembloroso de mujer frágil y fuerte, humilde y valiente[5], y es esa encarnación la que también nos pide a nosotros.


Virgen del Carmen,

Reina y hermosura del Carmelo.

A ti,

Acudimos como hijos hacia su madre,

vuelve a nosotros tus ojos

y muéstrate como madre,

tomando bajo tu protección

las situaciones tan graves y

difíciles que te confiamos.

(se puede hacer silencio y agregar peticiones particulares)

Estrella del mar,

guíanos siempre hacia tu Hijo.

Amén.


[1] BENEDICTO XVI, ÁNGELUS, Les Combes, Valle de Aosta, Domingo 16 de julio de 2006 [2] Marialis cultis, 37 [3] Fr. Berny Ulate, CURSO: DOCTORES ESPIRITUALES II. SAN JUAN DE LA CRUZ, Modulo 3 “la unión con Dios”, Documento de estudio – semana 1 [4] Monseñor Oscar A. Romero, Homilía “La Virgen Maria nos ofrece una promesa de salvación, Parroquia el Carmen Santa Tecla, El Salvador, 16 de julio 1977. [5] Fray Miguel Márquez, “Con Maria, hermana: esperanza y camino”, 16 julio 2022


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