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María Gloria Rubio. OCD

Corpus Christi

La fiesta de Corpus Christi es una dinámica de amor donde celebramos la presencia de Dios en la humanidad. Es el Cuerpo de Cristo que "permanece con nosotros siempre", y que hacemos vida gracias a la acción del Espíritu Santo en el corazón.




Pan vivo bajado del cielo


En todo el mundo, ya sea el jueves o domingo después de la celebración de la Santísima Trinidad, el "pan vivo bajado del cielo" (Jn. 6, 51) recorre las calles de nuestras ciudades, pero ¿ese cuerpo de Cristo tiene pies, manos,voz y ojos que le permiten caminar, abrazar, cantar, mirarnos con amor?.

  • Sí, son nuestros pies que avanzan llevando la Custodia con gozo, porque nos alegramos de que esté en medio de nosotros.

  • Son nuestros brazos que abrazan al hermano.

  • Nuestros ojos que deben mirar como Él, acogiendo a los demás siempre, con una disponibilidad total.

  • Nuestra voz que unida a todas las voces, canta con júbilo "su presencia".


Este es un gesto de Comunión que abraza la vida. Esta vida nuestra que es posible porque "comemos y bebemos el cuerpo y la sangre de Cristo".



Para la vida del mundo


Jesús nos dice que al comulgar su Cuerpo y sangre en el pan y el vino eucarístico, recibimos la vida. Cuando comulgamos todo se transforma en nuestro ser, no es solo una acción para...


¿Te has preguntado por qué comulgas en cada Eucaristía?

¿Conoces la grandeza de esta acción?


"Es mi carne para la vida del mundo", recibirla provoca en nosotros un sentido de eternidad. "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo". Cuando lo recibimos la vida es nuestro centro, no la muerte.

A veces nos pasa que se bloquean los caminos por donde avanzamos.

  • Por un dolor.

  • Por un acto violento de un hermano.

  • O porque aquello que esperábamos no se ha realizado.

  • O una desilusión nos ha destrozado el corazón.

  • O aquello planes de la edad más joven no se han cumplido.

Mil cosas que se presentan y son como piedras donde tropezamos, nos caemos. Y es un esfuerzo enorme levantarse para continuar caminando por la vida. Estos son los signos de muerte que no nos permiten vivir "verdaderamente". (Jn. 6,58)



Si comulgamos cada día, o una vez a la semana, somos "hombre" o "mujer" eucarístico, es decir, un ser humano en el que se crea el Cristo pascual. Pero nuestra comunión diaria o semanal no se debe transformar en una costumbre.

El Señor quiere que sintamos hambre. Cuando Él multiplicó los panes para la multitud, fue saciada una necesidad física. Pero esos hombres y mujeres al ver el milagro realizado por Jesús, sin duda que despertó en ellos otra hambre: "esa necesidad de saber para qué se sostiene la vida del cuerpo".

Sentir hambre de Jesús es desear conocerle cada día más, es configurarnos con su ser, es cambiar esos signos de muerte por la vida, aprender a no situar todo a mi manera.





Somos limitados


Es fundamental tener ese espacio de vacío donde nos damos cuenta que no lo tenemos todo, solo entonces experimentamos esa hambre de Jesús, que ha venido a la tierra por nosotros y está vivo en el Pan eucarístico.

Descubrir nuestra incompletitud es el lugar donde esperamos el amor, y como las "vírgenes prudentes" debemos hacerlo con las lámparas cargadas de aceite.

La vida a veces nos trae ayunos y esos ayunos obligados son los peores.

  • Yo quería hacer esto...

  • Y esto es algo que tanto me cuesta.

  • Yo quería ser... soy lo que no me gusta.

Los ayunos involuntarios son una escuela que nos enseña a aceptar nuestras limitaciones. Son para que descubramos que tenemos nuestro origen en Dios, el Todopoderoso, y Él suple lo que nos falta.

Cuando entramos en los ayunos voluntarios o involuntarios, entramos en ese sentir hambre de Dios, y esto es "puro amor".

El hambre de Dios, es hambre de situarnos en el interior de la vida de Jesús. Él es el camino, y quiere que todos tengamos vida en abundancia.


Tomad y comed


En la Eucaristía Jesús nos entrega todo, nosotros solo debemos abrir la puerta de nuestro corazón y recibirlo. Que Él entre, y llegue hasta el fondo, eso es la "Comunión" con Dios, con todos los hombres y mujeres que lo viven como yo. Cuando comulgo junto a mis hermanas de comunidad, yo experimento una gran cercanía con ellas, es como que el universo de Cristo se expande, y da esa vida que quiere regalarnos.

La Comunión es el momento de la Eucaristía donde se hace realidad esa alianza de amor de Jesús con la humanidad. Sabemos que está precedida por la Palabra, y el Espíritu está expectante frente a cada uno de nosotros para que se realice este milagro de la vida divina en el tiempo y el espacio.

Es importante el encuentro para reflexionar, crecer juntos, estudiar la Palabra, celebrar la lectio divina. Todo esto propicia ese espacio para abrir el corazón. Vamos juntos, en sinodalidad. La Iglesia es una familia reunida por el Hijo, donde Él es el centro, y por medio del Espíritu santo, como el alfarero en el torno, hace su obra en cada uno para hacer realidad su sueño de Comunión eterna con nosotros.




Conclusión


Al celebrar este año 2023 el Corpus Christi, demos gracias por este gran regalo de Dios. Si vamos en la procesión con el santísimo sacramento, que la mirada se dirija al Padre como un cúmulo de gratitud, por haber enviado al Hijo, nuestro hermano mayor.

En la adoración ante el altar, mirando la custodia, olvidémonos del "yo" para establecernos en Él. Isabel de la Trinidad decía: inmóvil y tranquila, vigilante en mi fe.

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