Hemos iniciado la cuaresma y ésta está marcada por el jubileo, un jubileo que nos invita a volver la mirada a la esperanza, para este año, el Papa francisco nos en su mensaje titulado “caminemos juntos en la esperanza” nos coloca estas tres palabras para nuestra consideración
Caminar. En este primer punto nos recuerda el lema del Jubileo, “Peregrinos de esperanza”, haciéndonos ver que todos somos peregrinos en la vida, por tanto, hay una llamada a la conversión. Nos dice el Papa “Cada uno puede preguntarse: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad?” Y como ejercicio nos propone dejarnos interpelar antes una realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, con el fin de “descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre”.
Juntos. Esta es la palabra que el Papa hace la mayor disertación en su mensaje, aclarándonos la vocación de la iglesia que es un “caminar juntos, ser sinodales”. Donde este caminar es “ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios (cf. Ga 3,26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido”, porque todos vamos haca la misma meta, y por tanto, debemos ir “escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia”.
Aquí nos hace un pedido especial, porque Dios nos pide que “comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos, en las comunidades parroquiales o religiosas, somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestra autorreferencialidad, ocupándonos solamente de nuestras necesidades. Preguntémonos ante el Señor si somos capaces de trabajar juntos como obispos, presbíteros, consagrados y laicos, al servicio del Reino de Dios; si tenemos una actitud de acogida, con gestos concretos, hacia las personas que se acercan a nosotros y a cuantos están lejos; si hacemos que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos”.
Esperanza de una promesa. Aquí el Papa Francisco nos recuerda una encíclica llamada Spe Salvi, del Papa Benedicto XVI, ya que esta “esperanza no defrauda” (Rm 5, 5) y que nos recuerda ésta debe de ser el horizonte del camino cuaresmal, “el ser humano necesita un amor incondicionado. Necesita esa certeza que le hace decir: “Ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro” ( Rm 8,38-39)”. Y aquí debemos recordar que “Jesús, nuestro amor y nuestra esperanza, ha resucitado, y vive y reina glorioso. La muerte ha sido transformada en victoria y en esto radica la fe y la esperanza de los cristianos, en la resurrección de Cristo.”
Al final de este mensaje el Papa Francisco ha elegido un texto de nuestra Santa Madre, Teresa de Jesús, tomado de las Exclamaciones del alma a Dios, en la cual nos recuerda esa esperanza que ella tenía por estar un día junto a Jesús, su Amigo, su Esposo, «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo» (15, 3).
Lee el mensaje para la cuaresma 2025 Caminemos juntos en al esperanza
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